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El revés que ha supuesto el covid-19 para todos en lo personal se extiende a lo profesional y, al sector de la industria cántabra ... en concreto. Nos plantea la urgente necesidad de reformular nuestra producción de manera integral para adaptarnos a un futuro que ya es presente. Los meses de confinamiento y la posterior 'desescalada' han llevado a destacados sectores industriales a trastocar toda su planificación; algunos han perdido más del 25% de su producción, a lo que hay que sumar un desplome de los precios por caída de la demanda. Para reconducir esta tendencia, debemos centrarnos en cómo reactivar los mercados, buscar nuevos clientes, reorganizar nuestra forma de trabajar y ofrecer nuevos servicios y productos.
Esta crisis nos está sirviendo para identificar las amenazas y riesgos que acechan a todo el sector regional en un mundo globalizado evidenciando, por ejemplo, la importancia de tener bajo control el abastecimiento de las materias primas, servicios y consumibles de nuestros proveedores. También nos pone a prueba sobre lo que somos capaces de hacer y ofrecer distinto a lo habitual. ¿Sabremos anticiparnos e identificar oportunidades?, ¿sabremos reinventarnos?
Nos enfrentamos, además, a un problema preocupante e inmediato si pensamos en sus consecuencias para multitud de pymes: la financiación. Necesitamos tener capacidad financiera para aguantar los próximos meses, en los que se mantendrán los gastos sin saber cuánto ingresaremos.
Desde el Colegio de Ingenieros de Industriales de Cantabria, nos constan los movimientos dentro de la empresa privada en esa dirección: más allá de las medidas y protocolos sanitarios, que afectan directamente a la estructura organizativa y a los procedimientos de trabajo, que se han aplicado sin grandes sobresaltos, la industria cántabra se encuentra en pleno proceso de renovación.
Necesitamos afrontar procesos de digitalización, innovación, automatización y sostenibilidad en todas nuestras industrias para poder ver la luz al final de este túnel. Para ello debemos de aprovecharnos de los fondos de recuperación aprobados por la UE, que para España van a suponer 140.000 millones de euros.
Este plan de ayudas de la UE, el Gobierno central lo ha bautizado como Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Concretamente, de estos fondos a nuestra región le pueden corresponder unos 800 millones de euros de los cuales la mitad serán a fondo perdido. Este segundo semestre, se han presentado al Gobierno central propuestas por parte de empresas de toda la región y del Gobierno cántabro por valor de más de 2.500 millones de euros.
Durante la visita el pasado 4 de diciembre del presidente Pedro Sanchez a nuestra región, se celebró un encuentro con los directivos de las principales empresas y autoridades del Gobierno cántabro, en la que se pusieron sobre la mesa cuestiones que preocupan a la industria cántabra: la falta de iniciativas para reactivar el sector del automóvil o de ayudas para poner en marcha proyectos de transición energética en importantes empresas de la región. Esperamos que los proyectos que se elijan cumplan con los ejes de actuación marcados por la UE y que no sirvan para financiar otros de carácter político, que poco impacto tendrán en la industria.
Por otro lado, los plazos acordados en el Pacto Verde Europeo fijan, para 2030, una reducción del 55% de los gases de efecto invernadero, respecto de la situación de partida de 1990, y del 100% en 2050. Las empresas con altas emisiones están elaborando ya su hoja de ruta para alcanzar estos objetivos y solicitar los fondos aprobados por la UE para adquirir la tecnología necesaria.
En muchos casos esta tecnología está todavía en fase de desarrollo, como es el caso de los combustibles verdes que sustituirán al carbón y a los hidrocarburos. El transporte, la fabricación de materias primas sin huella de carbono y la generación de energía eléctrica también tendrán que adaptarse. Urge, por tanto, concretar un plan integral para nuestro sector, que representa un 20% directo de nuestro PIB y, de forma indirecta, mucho más en transportes y otros servicios relacionados. Todo esto exige una transición razonable y verdaderos esfuerzos de colaboración público-privada, que ayuden a ciertas industrias, como las electrointensivas, que este año han sufrido un gran revés en los precios de la energía eléctrica al no aplicarse los descuentos esperados. Estas subvenciones sí se han dado en países de la UE que compiten con nuestras industrias y en los mismos mercados, por lo tanto, hemos estado y estamos en desventaja. Si comparamos la factura eléctrica de países como Alemania o Francia con España, la factura aquí es de más del doble.
Cantabria puede seguir siendo una región industrial, pero necesitamos apostar por la empresa sostenible a medio y largo plazo.
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