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Las generales, con el PP en primer término, invocan la teoría algo peregrina de que los electores no acostumbran a castigar o premiar dos veces ... seguidas a las mismas siglas. Hay que alimentar como sea la esperanza de que los comicios autonómicos y municipales puedan servir de revancha al desastre del 28-A, aunque el intervalo entre las dos citas con las urnas es tan corto que ni siquiera da tiempo a arrepentirse del voto.
El regionalismo se mantiene movilizado tras el éxito contra pronóstico de su escaño en el Congreso para seguir haciendo historia con un primer triunfo en las autonómicas. El estímulo está asegurado porque estas son sus elecciones, donde están en juego el Gobierno, los diputados en el Parlamento de Cantabria, las varas de mando y las concejalías municipales. El escaño de José María Mazón será el capítulo primero del argumentario electoral del PRC como la voz y el voto de Cantabria en Madrid.
Pero no es sólo eso. El estreno en las Cortes, modesto pero muy visible, se interpreta en el PRC como un avance hacia la consolidación del partido en el futuro post-Revilla. Cuando ya no tenga en primera línea a su líder irrepetible, deberá contar con una formación fuerte y activa en todos los frentes, incluida la política nacional.
De momento tocan las elecciones autonómicas y municipales, en las que sobrevolarán las conjeturas sobre los pactos para la investidura de Pedro Sánchez, que no tiene fecha. Si el voto de Mazón tiene valor en la cuenta definitiva puede significar algún compromiso para satisfacer alguna de las reivindicaciones regionalistas para Cantabria en materia de infraestructuras. Y, sobre todo, un acuerdo supondría el aval de Sánchez para que el PSOE cántabro apoyase la cuarta investidura de Miguel Ángel Revilla como presidente de Cantabria. El PRC puede manejar otras opciones de pacto, pero siempre es mejor tener un aliado que un enemigo en el Gobierno central.
El nuevo PSOE de Pablo Zuloaga ha desplegado una creciente agresividad en su relación con el PRC de Revilla, socio de Gobierno y adversario electoral, como una estrategia de crecimiento del partido, que ha estado subordinado durante quince años al regionalismo. Las relaciones entre los socios de Gobierno se han deteriorado mucho, pero después del ruido electoral el pacto puede ser renovado una vez más en la próxima legislatura. En todo caso, el joven Zuloaga tiene margen para sentarse a esperar el incierto retiro del veterano Revilla. Mejor en el Gobierno, en la oposición si vienen mal dadas.
Zuloaga renueva para las autonómicas el llamamiento a la movilización contra la triple derecha que tanto beneficio ha rendido a su partido en España y en Cantabria el 28-A, con Vox como verdugo del PP. Los 40.000 votos (11,1%) de Vox Cantabria no le dieron un escaño en el Congreso, pero sugieren que tendrá opciones de llegar a la Cámara regional, con Cristóbal Palacio al frente de la lista, para lo cual le basta llegar al 5% de los votos. Es verdad que Vox tendrá una presencia municipal irrelevante, pero en la misma situación Podemos y Ciudadanos entraron en el Parlamento en 2015. El partido naranja, con Félix Álvarez en el cartel, ya estará presente en los principales ayuntamientos. La brutal crisis interna de Podemos, que tendrá a Mónica Rodero como candidata, ha tenido entre otras consecuencias el desarme del partido en la región. Acredita más vigor Izquierda Unida que concurrirá por separado, salvo algunas confluencias municipales como la de Santander, a las urnas del 26 de mayo con Israel Ruiz como número uno de la 'Marea Cántabra'.
En el PP de Cantabria hacen cábalas sobre la mejor manera de afrontar el 26-M tras el descalabro de las generales. Fuera del funambulismo de emergencia de Pablo Casado en su volantazo al centro y el repudio repentino a Vox, socio en Andalucía, el margen de maniobra es limitado. Algunos factores incontrolables que pueden favorecer al PP: que la movilización de la izquierda se relaje tras su éxito en las legislativas y que un sector de los votantes de Vox Cantabria vuelva al redil popular tras comprobar que su empeño no les ha dado frutos en las Cortes, que sólo ha servido para blindar el triunfo socialista y que ahora propiciaría la victoria de Revilla. Y un elemento propio: el PP, todavía con las heridas abiertas por el conflicto interno, tendría que cambiar la apatía de la pasada campaña por una movilización tan potente como la que ha desplegado el PRC en las generales para salvar los muebles en las autonómicas.
El PP cántabro necesita tocar poder tras las elecciones regionales. Mediante un pacto a la andaluza con Ciudadanos y Vox si salieran las cuentas, lo cual sería más fácil si Podemos queda fuera del Parlamento. O con el PRC, si al final a Revilla le fallan PSOE y Ciudadanos y le acepta como aliado para seguir al frente de un Gobierno estable. Dos desastres consecutivos no hay quien los aguante, ni Pablo Casado y su equipo en Madrid, ni María José Sáenz de Buruaga y el suyo en Cantabria.
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