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Nos hemos malacostumbrado a los lazos morados, a las manifestaciones frecuentes con esos mismos carteles y con esas mismas familias rotas por dentro. Mismo dolor, distintas caras, distintas vidas. Nos hemos malacostumbrado a los números de los telediarios y a normalizar aquellas situaciones que, menos ... normales, lo son todo. La punta del iceberg son todas esas barbaridades que nuestros oídos no paran de escuchar: Nueva víctima de género. Otra muerte a manos de su pareja. Violencia de género. Pañuelos morados. No es no. Nunca más, nunca otra. Miedo. Coartación de la libertad. Sexo no consentido.
Dentro de la escala de grises de los 'sies' 'y de los 'noes' hay pequeños e imperceptibles detalles que son la semilla de grandes comportamientos futuros. Por eso hay mucho más, muchísimo más, menos evidente para nuestros ojos y menos escuchado por nuestros oídos.
Hay relaciones no-amorosas de dependencia, esposas encadenando almas libres y volátiles al suelo. No importando ni la edad ni el nivel socioeconómico.
Hay control de las parejas vía telefónica con llamadas infinitas, ubicaciones y fotos de seguimiento patológico, desconfianzas y celos anormales. Hay control en lo que uno hace, piensa, viste y con quién se relaciona. Hay negación de la realidad y dificultad en las decisiones que se toman y en los caminos que se cortan. Hay rechazo y no aceptación en los 'adiós', en los 'no te quiero ver más', en los 'no quiero conocerte ni besarte', en los 'no me apetece intimar y llegamos hasta aquí', en los 'no quiero nada de ti', en los 'basta', en los 'fin'.
Ahí, justo debajo de la punta del iceberg, eso que no se ve. Justo ahí, se encuentra el germen del mal de las no-parejas, de aquellas parejas que en realidad no lo son.
Porque el amor ahora, hace 40 años y dentro de un siglo, será amor si hay respeto, confianza, lealtad e independencia.
Cuando esto sea así, el amor habrá vuelto a su ser y olvidaremos poco a poco esos lazos y esas noticias que nada tienen que ver con el amor si olvidar jamás aquellos que las sufrieron sinsentido y sinrazón.
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