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Quietos hasta ver, le dice Miguel Ángel Revilla a María José Sáenz de Buruaga, cuando la jefa del PP le augura, una vez más, ... al presidente que el Gobierno de Pedro Sánchez no va cumplir sus compromisos con Cantabria y que ya está tardando en desalojar del Gobierno regional al PSOE de Pablo Zuloaga, que ahí está el PP para garantizarle la estabilidad política. El mensaje no ha cambiado mucho desde la primavera hasta el inminente otoño y la respuesta tampoco. Estamos donde estábamos, sólo que la pandemia ha vuelto a ponerse efervescente y el horizonte económico tan oscuro como lo pinta el Banco de España.
A Revilla le complace la buena predisposición al entendimiento del PP (y en general, de todos los grupos de la oposición) porque eso le refuerza en una situación tan crítica como la que provoca la pandemia y, de paso, porque ese 'buen rollito' intranquiliza a su incómodo socio del Gobierno, el PSOE cántabro. Pero luego hay que tener en cuenta otras circunstancias y medir los tiempos políticos.
Revilla, que tiene esculpida la reivindicación al Estado como único lema en el frontispicio de su edificio político, está razonablemente seguro de que Pedro Sánchez va a seguir instalado en La Moncloa durante largo tiempo y por eso tendrá la sartén por el mango en el premio o el castigo a las comunidades.
Dijo Revilla en el Parlamento que el trato a Cantabria en los Presupuestos del Estado será la prueba del algodón, En realidad, ni siquiera es así. Nadie sabe cuándo se aprobarán las cuentas nacionales en el Congreso, hasta es posible otra prórroga de las del popular Montoro de 2018, pero en todo caso lo que suceda será antes de que se decidan los proyectos regionales que serán financiados con los fondos de la UE. Así que hay dos hitos por delante, los Presupuestos y el dinero europeo. Si Cantabria sale escaldada en ambos trances, si por ejemplo el proyecto del centro logístico de La Pasiega no recibe una financiación presentable, entonces sí que tendrá poco sentido para el PRC mantener las amarras con Sánchez y con los socialistas de Cantabria.
Mientras tanto, el paisaje político presenta un Gobierno de coalición chirriante, con el PRC y el PP coincidiendo cada vez en más cosas y el PSOE buscando su espacio y una mayor visibilidad en su parcela de gestión, especialmente en el combate sanitario contra la pandemia. Y también marcando perfil ideológico en materias como los derechos LGTBI, la Memoria Histórica o la Ley del Suelo, ahora que es la única voz de la izquierda representada en el Parlamento y en casi todas las instituciones cántabras, después del hundimiento de Unidas Podemos en el ciclo electoral de 2019.
Al socio regionalista no le emocionan ni la ley que protege la diversidad sexual ni tampoco la memoria democrática, aunque puede transigir en ambas porque su impacto social es relativamente limitado. Pero con las cosas de comer, la futura Ley del Suelo, no se juega. Frente al planteamiento socialista de que la protección del territorio no es incompatible con el desarrollo económico de las comarcas, el PRC y el PP, con 80 alcaldes entre los dos partidos que dan fe de su gran implantación en la Cantabria rural, no quieren excesos de celo ecologista sino facilidades para el crecimiento, que es también el único camino posible hacia el objetivo general de frenar la despoblación. También en el PSOE hay un cierto debate interno. No es lo mismo la militancia de base, más sensible al conservacionismo, que los que tienen responsabilidades en la política municipal, entre ellos un puñado de regidores importantes. Para los regionalistas, promotores de la nueva ley, y para el PP, una idea básica: no habrá nuevas restricciones al suelo rústico, eso no se toca.
Al enésimo cortejo del PP a Revilla en el Parlamento reacciona casi simultáneamente el PSOE con insinuaciones sobre la implicación de los populares cántabros y de su presidenta, Sáenz de Buruaga, en el 'caso Kitchen' que tantos quebraderos de cabeza puede traer al partido y a sus dirigentes, a Rajoy y a Casado. El PSOE, naturalmente, ha expandido el argumentario de la corresponsabilidad en el escándalo de los dirigentes del PP en todas las comunidades. Donde gobiernan, como en Cantabria, hacer oposición a la oposición resulta un poco sobreactuado, pero cómo van a resistirse los socialistas cántabros a castigar al irritante PP que una y otra vez mete cizaña a Revilla para que los expulse del poder.
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