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La historia de Sísifo, famoso personaje de la mitología de la Antigua Grecia, fundador y rey de Éfira, más tarde conocida como Corinto, es una de las narraciones más relevantes a la hora de encontrarle un sentido a las cosas que hacemos y, en general, ... a nuestras vidas.
Sísifo empujaba su piedra cuesta arriba en medio de grandes fatigas, sabiendo que su eterno castigo era reiniciar la tarea pocos metros antes de lograr llegar a la cima. O al menos a lo que él creía que era la cima.
23 de octubre. Tren de Renedo de Piélagos a Santander. Tras más de dos años observando y sufriendo que las puertas de acceso para personas de movilidad reducida se encuentran «fuera de servicio», con pegatinas que se amontonan unas encima de otras, caigo hacia atrás en la estación de Nueva Montaña. Lo hago con mi carrito, el mismo con el que intenté acceder por unas puertas que estaban en funcionamiento, en una estación que tampoco se encuentra adaptada para personas con movilidad reducida.
Esto no es una narración, es una realidad, la que vivimos los cántabros, los mismos que vemos como el coyote y el correcaminos, la versión lúdica y audiovisual del mito de Sísifo, nos vuelven a dejar en la casilla de salida, a subir los impuestos o a vulnerar nuestras libertades.
El presidente Revilla, cuan coyote que no consigue nunca capturar al pájaro correcaminos, a Sánchez, pero que despierta las simpatías de la audiencia, ha demostrado que no está ni para grandes objetivos ni para pequeños logros del día a día de los cántabros.
Los cántabros nos merecemos las mismas oportunidades que los asturianos o los vascos, y no las tenemos. Cantabria no puede presumir de un tren de altas prestaciones, ni hacia la zona occidental ni hacia la oriental. Cantabria no tiene un puerto, el de Santander, prioritario dentro de la Red Básica Transeuropea de Transportes. Cantabria no tiene una red de cercanías segura y acorde a los tiempos y las necesidades de nuestros niños, mayores o discapacitados.
Cantabria vuelve un día tras otro a la casilla de salida, siguiendo los pasos de Sísifo, y ni el coyote ni el correcaminos se paran a pensar qué es lo que nuestra región necesita. Qué les demandan los cántabros.
El ingenio, la inventiva, los múltiples artilugios usados por el coyote, son la base misma de la historia, la de un presidente, Revilla, que con distintas excusas y versiones va pasando el tiempo y manteniendo viva la historia.
Cualquier gestor, empresario o autónomo serio sabe que conviene tener claro tanto el camino como el destino a alcanzar, las prioridades y los criterios que permitirán establecer si, en efecto, la meta se ha logrado.
Lo que le ocurre a nuestro presidente es que en su afán por alcanzar grandes objetivos puede hacer caer a nuestra región en la frustración derivada de una visión un tanto paradójica, en la que el bosque le impide ver los árboles. Sí, digo bien, el bosque, sus grandes proyectos inalcanzados le ocultan los problemas cotidianos, el día a día de las personas a las que representa.
Dos años para poner en servicio, una vez finalizados, los tres ascensores panorámicos del apeadero de Valdecilla; más de 15 años hablando del AVE a Cantabria; de una mina de zinc que sería el futuro de la Cuenca del Besaya o de la mejora de unas cercanías que nunca llegan… ¿qué pasa con el coyote que nunca es capaz de coger al correcaminos?
Quedarse sólo en objetivos es someterse al síndrome del correcaminos, perseguir sin alcanzar. Objetivos vendidos con tanta ampulosidad que se acaban convirtiendo en aspiraciones inalcanzadas.
El coyote, eterno aspirante a triunfador, no presta atención a los pequeños logros, aquellos árboles que no impiden ver el bosque sino más bien dan sentido a los grandes objetivos.
Presidente Revilla, el síndrome del correcaminos solo se cura a golpe de realidad, una realidad que nos dice que «Cantabria no recibe más cuando más hay». Recapacite, piense en nuestras necesidades reales y dígale no a los Presupuestos Generales del Estado para 2022.
Unos presupuestos irreales, desacreditados por el Banco de España, puramente ideológicos y en los que el correcaminos ha cambiado partidas económicas por votos, los votos de la vergüenza. Presupuestos pactados con separatistas y terroristas.
Los cántabros no queremos vivir de objetivos sino de logros. Queremos oportunidades de futuro. Queremos que nuestros jóvenes se queden en su tierra. Queremos más Cantabria.
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