La revolución castrada

Antes de la pandemia tuve ocasión de viajar a La Habana e impregnarme de sensaciones que volvieron a llenarme de incongruencias. Además de escasez, miseria y picardía para sacarle los cuartos a los turistas como si fuera un patriótico mandato gubernamental, las calles olían a revolución, pero a una revolución de 'marketing', de murales callejeros con frases valientes que contrastaban con la docilidad de una población que ha aprendido a vivir resignada o sometida. La revolución castrada, pensé jugando con las palabras. Porque ¿cómo es posible que un pueblo que ha sido el adalid del movimiento revolucionario se haya quedado inmóvil y mudo ante la situación que ha vivido en las últimas décadas? ¿Es tan eficaz el régimen opresor del Gobierno con el eterno argumento del bloqueo internacional? ¿O los cubanos son seres aplatanados y felices con su ron, mambo, rumba y chachachá?

Es posible que las manifestaciones que estos días se suceden en Cuba nos descubran si aún está viva allí la verdadera revolución o se sigue bailando al son de la dictadura.