Secciones
Servicios
Destacamos
Asistimos a un nuevo debate sobre la eliminación en los colegios de la religión de las asignaturas obligatorias. La propuesta de PSOE-Unidas Podemos le ... convierte en una materia de segunda categoría ya que la propuesta del actual presidente del Gobierno es rotunda: «Ninguna religión confesional debe formar parte del currículo y del horario escolar». Significará, pues, la erradicación del estudio de la Biblia y de la Historia Sagrada, lo que indefectiblemente, desterrará a los estudiantes -ya ocurre de forma palmaria- a un vacío que les dificultará extraordinariamente la inmersión cultural, especialmente en el estudio de la Historia del Arte. Al ser el cristianismo la religión dominante en la civilización occidental desde el siglo IV, el arte cristiano se identifica con la mayor parte de las producciones artísticas de la Edad Media en Europa, e incluso durante toda la Edad Moderna, aunque la secularización de la sociedad ha disminuido su presencia en las principales corrientes artísticas de la Edad Contemporánea.
No se debe olvidar que el arte, en el seno de la Iglesia, se concebía como pedagogía en una sociedad analfabeta que necesitaba representaciones para conocer aquello que no podía leer en los textos sagrados. En vitrales, esculturas, retablos, capiteles, e incluso en las ropas talares, quedaban impresas imágenes de episodios bíblicos, formando lo que Luz Muñoz y Gracia Ruiz dejaron plasmado sintéticamente en su interesantísimo trabajo «El arte de enseñar a través del arte: el valor didáctico de las imágenes románicas» al expresar que en el Medievo, las artes plásticas se instrumentalizaron con una finalidad pedagógica, ya que debían instruir en la fe y enseñar los modelos de conducta emanados de la Iglesia.
El Arte ha hallado en la Iglesia, a través de los siglos, un clima apropiado y una fuente de inspiración -además del dinero para el mecenazgo- cuyo desconocimiento, conduce a que, por ejemplo, pierda sentido entrar en la Capilla Sixtina -la incontestable maravilla del Renacimiento- para tratar de comprender toda la magnitud de esa joya, sin tener un conocimiento más o menos profundo de la Biblia. La obra cumbre de la pintura en Occidente solo puede ser interpretada desde la estricta profundización en los textos sagrados, algo que, en absoluto, tiene que ver con consideraciones religiosas, filosóficas o empíricas: Sin haber estudiado este libro, no se podría entender, por ejemplo, la representación iconográfica de la creación del mundo, de Adán y Eva, del pecado original, el sacrificio de Noé o el Diluvio Universal. ¿Cómo saber que las representaciones que Miguel Ángel hizo de las Sibilas y de los Profetas en la asombrosa bóveda, eran los anunciadores de la llegada del Mesías? Es, pues, prácticamente imposible comprender la evolución de la pintura, la escultura y la arquitectura sin conocer el Antiguo y el Nuevo Testamento. Cuando el emperador de Constantinopla prohibió el culto a las imágenes, doblegándose a los iconoclastas, San Juan Damasceno defendió la práctica de la veneración explicando que «lo que es un libro para los que saben leer, es una imagen para los que no leen; son el catecismo de los iletrados, cumplen la función de los libros».
En 2004 un autor de ediciones infantiles, el francés Philippe Lechermeier, y la ilustradora Rebeca Dautremer, se aliaron para crear una Biblia dirigida a los niños. No les guió la intención de dar vida a su relato -por otra parte muy didáctico- con fines doctrinales, sino, precisamente, para intentar sumergir a los estudiantes de una forma sencilla en los secretos del libro sagrado de los cristianos, una guía que permitiera a los más jóvenes adentrarse en la historia del Arte con los instrumentos necesarios para su perfecta comprensión. «Privarles de ese documento que permite vertebrar gran parte de la cultura Occidental, supone condenarles a la ignorancia en el Arte y la Arquitectura. ¿Cómo saber quiénes son Abraham, Goliat, la reina de Saba o María Magdalena?», argumentaron los autores.
No conocer el libro más leído del mundo, es como tratar de navegar sin sextante; sus leyendas, sus historias, «trascienden de forma inequívoca la religión y proporcionan los instrumentos básico para no perderse en el proceloso mar del proceso cultural». La Biblia también puede ser estudiada con un sentido cultural, incluso laico, con respeto, como a cualquier libro básico del cualquier sentimiento o creencia religiosa. Corremos el riesgo -querámoslo o no- de perder la batalla de la formación por motivos más viscerales que inteligentes, y que nuestra sociedad produzca generaciones que no puedan entender lo que hay detrás del portón de un museo o de una catedral, ésa a la que Gonzalo Balderas, llamó 'la Biblia de los Pobres'. Siempre termino recurriendo a los consejos de Juan de Mairena (Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo): «Las cabezas son malas, que gobiernen, pues, las botas. Esto es muy español, amigo Mairena».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La palygorskita, los cimientos del vino rancio en Nava del Rey
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.