Ferrovial, los porqués y el cómo

El Gobierno «del no dormir» de Pedro Sánchez ha salido en tromba contra la decisión de Rafael del Pino. Lo que molestó de verdad fue el término «inseguridad jurídica» esgrimido por el faro de la constructora, que constituye un misil en la línea de flotación de nuestro país y sobre lo que todos debemos sentirnos concernidos; no solo el Gobierno. Al margen de la utilidad que Del Pino ha servido en bandeja para lacerar las expectativas del PSOE en año electoral. Esgrimirlo, aparte de injusto, hace un flaco favor a la nación que se enorgullecía de esa empresa puntera en el mundo. De ahí el estupor generado.

Pero lo que no debemos soslayar es la veleidad tributaria que tolera la UE. Luxemburgo hace honor a su nombre; Paises Bajos, ingenieros elusivos de la tributación. Irlanda… En EE UU, Delaware es el paraíso fiscal por excelencia. La cuestión finalista es si 'nuestra Europa' es receptiva a la armonización fiscal, 'grosso modo'; no solo en lo político. Criminalizar a Rafael del Pino es fácil, incluso provoca incertidumbre en otras firmas. Pero si quiere hacer un servicio a su país, debe dar la cara. Porque no veo limpio tirar la piedra y esconder la mano, y que sean otras liebres las que lancen la carrera electoral.