En los últimos tiempos, leer o escuchar declaraciones de algunos políticos, de cualquier signo, le hace sentir a uno inmerso en un guion de una de esas series de 'streaming' sobre la existencia de realidades paralelas que tanto abundan. Cuando el tema lo conoces de ... primera mano, sonroja ser testigo de algunos testimonios. Suelo pensar: ¿Qué no nos estarán colando cuando el asunto nos es ajeno?
Según Joseph Goebbels, repetir muchas veces tu versión la convierte en verdad. Eso debe pensar nuestro consejero de Salud cuando insiste en atribuir «normalidad» al funcionamiento de la Atención Primaria durante este pasado verano. Pues no, en lo que se refiere a los Servicios de Urgencias de Atención Primaria (SUAP), lo ocurrido ha sido un caos de gestión de personal que fundamentalmente ha repercutido en los profesionales. Estos se han encargado con su esfuerzo de que trascendiera lo menos posible a los pacientes.
Ha habido denegaciones de permisos de vacaciones de médicos en al menos 23 ocasiones mediante procedimiento inválido durante los meses de julio y agosto. En algunos casos, incluso faltando 5 días para iniciar el descanso. Inaudito.
En 29 ocasiones como mínimo, algún SUAP se ha quedado solo con enfermero y celador este verano. Zonas tan significativas como Reinosa, El Astillero, Meruelo-Noja, San Vicente, Solares-Cudeyo o incluso en una ocasión en Castro Urdiales. Inédito.
Muchos SUAP han padecido una carencia de médicos impropia para afrontar las duras jornadas del estío. Hasta en 71 ocasiones un solo médico del SUAP ha tenido que atender al equivalente de más de 100 pacientes urgentes en su turno, incluyendo salidas a domicilios y vías públicas. El mismo número de pacientes que diariamente acuden a las urgencias de un hospital como el de Laredo en las mismas fechas. Asfixiante y arriesgado.
Estas cifras, desmienten el calificativo de «normalidad», básicamente porque además de lo que suponen desde el punto de vista de la precariedad y la vulneración de los derechos de los trabajadores, no se habían dado nunca en nuestra región. Y avisados estaban, porque era fácil suponer que con menos médicos y las mismas carencias, el resultado no puede ser el mismo. Hay menos médicos de familia, sí, pero a los que hay se les podía haber ofertado mejores condiciones de forma puntual como se ha hecho en los hospitales. ¿Como puede ser que la hora extra de trabajo tenga menos valor que la hora ordinaria? No busquen bolsas de médicos que no existen, encuentren alternativas.
El consejero, conocedor de los datos, ha intentado diluirlos porcentualmente para que parezcan menos relevantes, pero un servidor público debe entender que cada una de las miles de asistencias diarias que se llevan a cabo en los SUAP es importante para quien las solicita y para quien las atiende. Y cada una que no se atiende en condiciones, es impredecible.
Las secuelas son bastantes: pacientes insatisfechos y demasiados profesionales con la impresión de que esta comunidad no les brinda las oportunidades de un trabajo atractivo. Tan mala es una cosa como la otra.
Lo que acongoja es que esa «normalidad» sigue extendiéndose entrado el otoño en muchos aspectos, y esto se está haciendo insostenible.
Señor Consejero, los profesionales de los SUAP nos rebelamos ante esta nueva «normalidad» y queremos que nuestros acuerdos salgan adelante. Lleva un año dándonos largas.
Espero que le quede bien claro cuáles son los motivos por los que el SUAP convoca una nueva huelga. No se sorprenda tanto. Hay muchos más motivos, y los conoce porque los tiene encima de la mesa cogiendo polvo: la implantación de un programa informático ininteligible y tramposo, cámaras que siguen sin funcionar en un entorno cada vez más conflictivo, formación continuada suspendida, uniformes deteriorados, consideración de los sábados como en la mayoría de comunidades autónomas, ausencia de protocolos en toda la Atención Primaria, falta de celadores, etc. No se sorprenda en absoluto.
En román paladino, unos y otros se han dedicado a infravalorar a un colectivo básico en el mantenimiento de la continuidad asistencial por el simple hecho de que no «amenaza» con una lista de espera.
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