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El candidato a la investidura presentó un programa de gobierno que quiere proseguir lo ya hecho y profundizar en ciertos aspectos de carácter social fundamentales para la ciudadanía. Los ocho puntos de su discurso estaban bien estructurados y se presentaban con una convicción que resultaba ... contagiosa. La medida más polémica se justificaba en séptimo lugar y no resultaba tan escandalosa bien explicada. A la controvertida ley de amnistía le queda mucho camino por recorrer y pasará por diversos escrutinios que garanticen su compatibilidad constitucional. Con su vehemente y brillante intervención, Patxi López cerró este debate de investidura empañado por Abascal.
Convivencia o confrontación. Avance social o retroceso reaccionario. Estas dicotomías vienen a relevar la de 'Sánchez o España' u otras de parecido tenor. Nadie puede apropiarse de las banderas como si fueran solo suyas y uno es muy dueño de querer ondear varias al mismo tiempo. La realidad es demasiado compleja y plural como para dejarse reducir a formulas excesivamente simplistas. Nuestra identidad personal evoluciona con el paso del tiempo y las experiencias acumuladas. Otro tanto deben hacer las identidades colectivas, que por definición son algo dinámico y no estático. Pretender embridar lo diverso está condenado al más estrepitoso de los fracasos a largo plazo.
A Feijóo se le veía harto incómodo, como si tuviera ganas de irse y dejar su escaño libre para ser ocupado por el bolso de Cuca Gamarra, como hizo Rajoy en la moción de censura que le destituyó. En realidad, en esta ocasión parecía que asistíamos más bien a una moción de censura perdida por quien lidera nominalmente la oposición mientras llega su relevo desde Madrid o Andalucía. Como Sánchez le ha recordado a Feijóo, no ha dejado de hacer un viaje simétricamente inverso al realizado por Manuel Fraga, primer presidente de su partido. Fraga se fue a presidir Galicia durante muchas legislaturas tras perder sus expectativas de encabezar el Gobierno central y además abandonó el franquismo para contribuir al establecimiento de la democracia.
Pedro Sánchez ha vuelto a reinventarse una vez más. Lo hizo al reconquistar la secretaría general del Partido Socialista contra todo pronóstico, al ganar una moción de censura que nadie vio venir, al abrazarse con Pablo Iglesias y al conseguir ahora el apoyo de casi todas las fuerzas representadas en el Parlamento. Feijóo repite cansinamente que ganó las elecciones del 23J para consolar a sus partidarios. Al perder su propia investidura tiene las horas contadas dentro de un partido que no perdona las derrotas. Ayuso se ha encontrado con el trabajo hecho y ni siquiera tiene que repetir la operación perpetrada contra Pablo Casado por meterse con su familia.
Su cantinela sobre que forme gobierno la lista más votada solo vale cuando le beneficia, como han demostrado sus múltiples pactos autonómicos y municipales con Vox. Se vio como caballo ganador tras los vuelcos de las autonómicas celebradas en mayo y vendió la piel del oso antes de cazarlo, repartiendo ministerios como si ya fuera el inquilino de la Moncloa. Pero el adelanto electoral y los resultados del 23J arruinaron sus expectativas, pese a la generosa oferta que recibió el PNV según Aitor Esteban. Acostumbrado a las mayorías absolutas o a ser candidato único en unas primarias, Feijóo no ha sabido adaptarse a los contratiempos. Aznar y Ayuso le han marcado el rumbo. Armar una escandalera monumental no le servirá de mucho. Acabará de senador, porque con su inglés no tiene mucho futuro en Europa.
Esta hostil cruzada reaccionaria ha unido a quienes no militan en sus filas y, después de todo, deja mayor espacio a los objetivos del nuevo Gobierno, que puede permitirse mayor ambición y audacia, porque las críticas tendrán siempre la misma intensidad absolutamente desproporcionada desde una desleal oposición. Así las cosas, mejor emplearse a fondo y ser un referente de bienestar social para Europa. Es hora de pasar página, por mucho que la resaca de una derrota no reconocida mantenga ciertas inercias escabrosas por un tiempo. Esperemos que la violencia verbal no dé paso a otras violencias más tangibles y que las aguas vuelvan a su cauce para desbloquear una parálisis institucional excesivamente duradera.
¿Cuál será la composición del nuevo Gobierno? Sería decisivo no cometer los mismos errores y no pensar solo en una fotografía inicial donde queden reflejadas ciertas familias o cuotas de algún tipo, porque solo debería contar la solvencia para ejercer con responsabilidad tan altas funciones. La legislatura necesitará mucha destreza y mano izquierda, nunca mejor dicho, para capear los previsibles temporales que se otean en el horizonte, Junts mediante. Pero cada día tiene su propio afán y todavía es hoy. Siempre cabe reinventarse otra vez mañana.
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