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Puesto que la ministra Calvo, ilustre cabrense –perdón egabrense–, manifiesta que en Cataluña no pasa nada –todo es pacífico y muy cívico, hoy hablaremos del tiempo. Sabemos lo fácil que es movilizar a los escolares y a los jóvenes. Esa rebelión del «hoy no ... vamos a clase» con un empujoncito es más que suficiente para impulsar a la masa. También nos mueven nuestras creencias. ¿Las rogativas? Me temo que ya muy pocos las recuerdan. En épocas de sequía, cuando la cosecha peligraba, la imagen de algún santo era sacada en procesión acompañada de oraciones y cánticos. Era una fórmula sencilla y popular para que lloviera gracias a la intercesión del santo venerado en la parroquia. Daba resultado; con más o menos prontitud siempre acababa lloviendo, si bien es cierto que también al final invariablemente escampaba. No dejaba de ser una fórmula festiva de convivencia y buena voluntad entre los pueblos.

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