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Ha de venir la izquierda antigua y seria a reivindicar la nación y la bandera, la izquierda que se la jugaba y no la desteñida ... y trapacera de hoy. La progresía despreció la bandera, se la entregó a la derecha y permitió que se la apropiara hasta que pareció suya. Pero la bandera, como la patria, es de todos. Los cantautores de fama y primera hora, el rojerío de solera y pata negra vino al rescate y se envolvió en la bandera. Víctor Manuel, quien nunca dijo «este país» sino «mi país», canta a España y se alegra cuando ve que la gente joven acepta la bandera, porque «me doy cuenta de que eso es importante». Sabina llama a España «patria grande», y dice lo mismo que decía Sánchez ayer y no dice ahora: «No es como lo están vendiendo. No es Cataluña contra España, es Cataluña contra Cataluña». Los fanáticos catalanes estelados llaman facha a Serrat porque no es de los suyos y denuncia que «detrás de todos los nacionalismos está el dinero».
España volverá a serlo cuando la izquierda recupere para todos los símbolos de todos. Pero esta izquierda –si esto es la izquierda– se alía con las oligarquías vasca y catalana, abraza la ikurriña y la copia inventada de la bandera de Cuba con distinto color, y oculta la de España. La izquierda de la austeridad reparte los caudales con Bildu y su Gobierno es el más numeroso de Europa porque hay que pagar sueldo de ministro a mucha gente. Una izquierda extraña que aplaude a Otegui, negocia con Torra y Junqueras, planea rebajar las penas por sedición y compra el discurso a quienes llaman 'procés' al complot, diálogo a la imposición, democracia al autoritarismo y revolución de las sonrisas al salvajismo en la calle. Es esa izquierda 'solidaria' que en los últimos y fallidos Presupuestos multiplicaba las inversiones en Cataluña y se las restaba a Cantabria.
Eduardo Marquina, escritor de éxito en su tiempo, puso letra al himno español por encargo de Alfonso XIII –'Gloria, gloria, corona de la patria,/soberana luz, que es oro en tu pendón'– pero no cuajó entre el pueblo, como tampoco lo hizo la letra de Pemán exigida por Franco. Marquina, catalán, cultivó en sus creaciones épicas la llamada 'estética de lo chulesco', y aunque su teatro ya no se representa, permanece viva la frase «España y yo somos así, señora», de la obra 'En Flandes se ha puesto el sol', que el autor le hace decir a Diego Acuña de Carvajal, capitán de los Tercios, y que delata, en un contexto distinto, la hispana capacidad autodestructiva, el menosprecio a lo que tenemos o está con nosotros y el serio trastorno mental que nos hace exaltar lo del otro, como si por serlo fuera mejor.
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