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La admiración de Donald Trump por los autócratas, Vladímir Putin, Xi Jinping o el norcoreano Kim Jong-un, es uno de los recuerdos de su primer mandato. La virilidad, la imposición de órdenes, esa autoridad sin legisladores ni jueces que salgan al paso… De vuelta ... a la Casa Blanca, con el respaldo de los sufragios, el hombre de Mar-a-Lago llega dispuesto a disfrutar de ese ego sobredimensionado. Que el 20 de enero el 47 presidente de EE UU jurase el cargo prometiendo «a la nación extender su territorio» es una demostración de imperialismo al asalto de 'sus zonas de influencia'. Para Trump, el interés estratégico de su país es superior al Derecho Internacional. ¿Entiende Bruselas que las obsesiones territoriales del republicano no se quedan en Groenlandia, Canadá o Panamá? La defensa mancomunada de Europa no está para esperar 'libros blancos'.
Volodímir Zelenski ofreció una implacable lección a la Unión Europea el 21 de enero en el Foro económico de Davos. Agradecido por el apoyo material y político de esta familia a la guerra que Rusia prosigue en su país, el presidente ucraniano intentó despertar a Europa de su torpeza y confrontarla con los desafíos que le esperan ante la estruendosa renovación de Trump. Pergeñó el retrato de una comunidad de Estados reticente a asumir la potencia global que es; a la zaga en el desarrollo de su tecnología y en la producción de 'su' armamento; un bloque rico sin más ambición que no estropear su confort; que, hipócrita, sigue comprando gas a Rusia a la espera de que EE UU le garantice su seguridad… La muerte, las bombas diarias despabilan las verdades.
Ursula von der Leyen conjuga demasiado el verbo procrastinar. Hizo falta que un lobo se comiera a su pony para que las medidas de control hacia estos cánidos entrasen en vigor. Zelenski pregunta si los europeos van a desempeñar algún papel en unas eventuales negociaciones para terminar la guerra de su país. «¿Donald Trump va a negociar directamente con Rusia y China? ¡Europa debe ser capaz de construir su seguridad y de escribir su propia historia para que el mundo deje de ignorarla!». La presidenta de la Comisión, también en Davos, admite que «habrá que afrontar una dura era de competición geoestratégica». Un aspirante a miembro de la UE, Ucrania, saca los colores a unos dirigentes al acecho de qué posibles aranceles fanfarronea el estadounidense, sin atreverse a autoafirmarse como europeos y aliados preferentes.
El presidente del Consejo Europeo, António Costa, sí manifestó su malestar: «Estados Unidos es uno de nuestros más cercanos aliados y nos comprometemos a reforzar el vínculo trasatlántico, siempre que se respeten los valores democráticos fundamentales». La firmeza se impone. Primero, el principio de soberanía territorial es el mínimo de solidaridad que conviene manifestar hacia Dinamarca, miembro de la UE. Hacia Canadá, miembro de la OTAN, víctima de la primera arremetida contra sus importaciones junto a Colombia y México. Solidaridad con Panamá, país al que Jimmy Carter devolvió la administración del canal siguiendo su principio de que «EE UU debe creer en la ecuanimidad y no en la fuerza para relacionarse con las naciones del mundo». La rectitud, la justicia o el juego limpio se alejan del trumpismo.
¿Cómo anticipar los efectos del revisionismo geoestratégico provocado por un dirigente que hace un uso compulsivo de los decretos presidenciales desde su llegada al cargo, invocando regularmente sus 'poderes absolutos', y que no vacila en desmantelar todo cuanto pueda restringir su autoridad? Trump debe comprender que la caza no está abierta en Europa. Ni para el expansionismo territorial ni para el expansionismo tecnológico de sus patrocinadores Elon Musk y Mark Zuckerberg. Límites y reglas son el antídoto contra la dominación porque la ofensiva de Musk, además de pecuniaria, es política. El presidente Emmanuel Macron denuncia que el dueño de X interfiere en nuestros procesos electorales: en Reino Unido, Alemania, con falsas informaciones y patrocinando a candidatos de extrema derecha.
La UE se ha dotado de útiles reglamentarios que permiten conciliar, en su territorio soberano, libertad de expresión y valores democráticos. Hay que servirse de ellos. Y sin demora explicar a los electores la necesaria inversión en defensa y la necesaria reorganización de la industria tecnoarmamentística. Fabricar en Europa para no depender de las compras a EE UU y Corea del Sur. El caos del covid todavía es muy reciente.
Aunque imperfecto el orden mundial basado en reglas del que se dotaron los occidentales en 1945 es una herencia que ninguna imposición trumpista puede derribar. Los expansionismos que pisotean las soberanías demostraron que un mundo hecho de los pedazos decididos por los grandes depredadores es garantía de inestabilidad y de guerras. Nunca de lo contrario. Pregunten a Zelenski.
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