El aborto, ¿recurso electoral?

Entre los invitados al discurso sobre el estado de la Unión de Joe Biden el 7 de marzo figuraba Kate Cox, 31 años, madre de dos hijos, ciudadana de Texas. Encinta de veinte semanas, portadora de un feto afectado de trisomía 18, Cox irrumpió en las pantallas en diciembre de 2023 explicando la incomprensión de los magistrados texanos que le impedían abortar. El Supremo de Texas dirimió: su estado no era preocupante para merecer la excepción prevista en la ley; esto es, peligro para la vida de la madre. Ante el «sufrimiento suplementario» infligido por su Estado, Cox interrumpió su embarazo lejos de Dallas.

Como Kate Cox o Amanda Zurawski –la primera mujer en denunciar a Texas por casi morir–, las víctimas de las legislaciones antiaborto ya no temen compartir su experiencia. Sus testimonios son tantas historias padecidas que la Administración de Biden no les hace ascos en sus mítines. La opinión es receptiva al malestar de las mujeres gestantes, víctimas de complicaciones físicas o psicosociales, pendientes del 'arbitrio' de un tribunal.

El 16 de febrero, la fecundación in vitro se sumó a las preocupaciones de las estadounidenses. Ese día el Tribunal Superior de Alabama consideró que los embriones congelados deben beneficiarse de la misma protección que los niños. Los medios presentaron a pacientes en tratamiento de fertilidad que veían anuladas sus citas; sus procesos de gecundaciónj in vitro suspendidos en pleno tratamiento por médicos temerosos de ser denunciados, reducidos a las deliberaciones de la comisión jurídica de la Asamblea de Alabama.

Situaciones varias están cambiando los términos del debate en EE UU. Defensores de la libertad de las mujeres para disponer de su cuerpo, los demócratas hacen del aborto un tema central de su campaña. El cambio semántico es importante: se habla menos de 'prodecisión' versus 'provida' para defender los derechos reproductivos. Por otra parte, desde la supresión del derecho federal al aborto, las deliberaciones se han desplazado a las excepciones sujetas a prohibición. Se crea una zona gris que difícilmente puede figurar en los textos legales.

En Luisiana, por ejemplo, una madre vio rechazado su aborto cuando portaba un feto carente de medio cráneo. Esta malformación no figuraba entre las 25 condiciones motivo de excepción a la regla que proscribe cualquier aborto. Este reenvío de la interrupción voluntaria del embarazo al buen criterio de los Estados es un problema que Biden promete subsanar si su partido recupera la mayoría en el Congreso en las elecciones de noviembre.

Jill Biden ha recorrido algunos de los Estados más disputado recordando que Donald Trump, inicialmente, ha manifestado ser favorable a una limitación del aborto a nivel nacional, que se aplicaría por lo tanto en los Estados en los que el procedimiento es hoy legal. No obstante al candidato de la gorra roja no se le escapa que, tras la decisión del Supremo federal de 2022, los electores de siete Estados (California, Kansas, Kentucky, Michigan, Montana, Ohio y Vermont) apoyaron a los partidarios del derecho al aborto durante los escrutinios locales, incluidos en ese apoyo bastiones conservadores. El expresidente aún no ha designado pareja para la vicepresidencia. Trump es consciente de que, si su compañero de fórmula exhibe una postura radical en contra de la interrupción voluntaria del embarazo, correrá el riesgo de no alcanzar la Casa Blanca al dar la espalda al electorado republicano más moderado y sobre todo a las mujeres.

En Francia, la constitucionalización del aborto era respaldada por el 81% de los ciudadanos en 2022. El 4 de marzo, 780 votos contra 72 alcanzaban la mayoría de tres quintas partes requerida al Parlamento para una modificación constitucional. En el país vecino queda garantizada la libertad de la mujer para recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo. El consenso ha sido posible pese a que el aborto horroriza a parte de la derecha y de la extrema derecha. El esfuerzo de Los Republicanos validó una democracia que funciona.