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En los años sesenta del pasado siglo, se erigió en gran gurú de la comunicación y la sociología el canadiense Herbert Marshall McLuhan y ... una de sus frases quedó como resumen de su doctrina: «El medio es el mensaje». Fue una forma de indicarnos que no importa tanto lo que se dice sino el cómo se dice. En estas semanas de confinamiento obligado, cumpliendo una pena de reclusión domiciliaria, hemos asistido a través de las pantallas de la televisión a una excelente estrategia de comunicación por parte del gobierno y, singularmente, por el PSOE.
Los expertos en comunicación del presidente Sánchez han parafraseado el eslogan de McLuhan y la han trasmutado en otra que dice: «El ruido es el mensaje». Han entendido que una forma de defensa ante los errores y la incompetencia es hablar de manera compulsiva, con un lenguaje vacío próximo al de Cantinflas, aquel artista mexicano que triunfó mundialmente y que tuvo en el cántabro Eulalio Ferrer no solo un amigo, sino un excelente publicista que le ayudó en su carrera.
La línea seguida por el PSOE ha sido diametralmente opuesta a la del PP cuando le tocó afrontar serios problemas. El PP se mantuvo a la defensiva, con un perfil de comunicación bajo, en casos como el naufragio del Prestige, la llegada a España de una trabajadora de la sanidad contagiada por el ébola o cuando tuvo que abordar la quiebra de las cajas de ahorro, que no eran otra cosa que bancos públicos. El presidente del gobierno y sus ministros optaron por pocas comparecencias y discursos concisos y precisos. Por el contrario, los miembros del ejecutivo de la coalición PSOE-Podemos han optado una estrategia de máxima presencia y de largas comparecencias ante las cámaras de televisión.
Hemos asistido a extensos discursos del presidente Sánchez, para enviar un mensaje que bien podía resumirse en no más de cinco minutos. El objetivo ha sido claro, y acertado para sus intereses: eliminar cualquier acusación de ocultación o secretismo y construir un mensaje único, en base a constantes apariciones en las diferentes cadenas de televisión. Y todo ello, sin transmitir ideas concretas, sin hacer análisis rigurosos de la situación. A pesar de carecer de ideas concretas, a pesar de numerosas contradicciones, la técnica ha sido eficaz: inundar los medios con largas comparecencias, en muchos casos completamente hueras, para que los españoles nos quedemos con la idea de que el gobierno ha sido transparente, muy activo y que si ha pecado de algo, ha sido de exceso de transparencia.
Para completar el mensaje, los responsables de la propaganda del gobierno incluyeron, durante varias semanas, a altos cargos de los cuerpos de seguridad del estado y a expertos en asuntos de sanidad. La presencia múltiple en las pantallas de políticos, militares y médicos ha sido realmente espectacular. Las comparecencias diarias del gobierno se han prolongado durante horas colmatando las pantallas y reduciendo a la oposición a alzar su voz únicamente en los resquicios resultantes de la presencia permanente de los portavoces del gobierno, en sus diferentes versiones.
La técnica de ocupar todos los espacios televisivos, con extensas charlas, ha servido para construir una imagen de dinamismo, interés y eficacia para el gobierno y, al mismo tiempo, ha relegado a la oposición a los márgenes. Los asesores de comunicación gubernamentales se han apuntado un éxito, con una estrategia que, en lugar de pretender ocultar los errores del presidente y los ministros, con mensajes de perfil bajo, ha proyectado una imagen de intensa actividad para mostrar a los españoles una permanente ocupación en resolver el problema.
La constante presencia de ministros, asesores, policías, militares, etc. en las pantallas de tv, ha generado un ruido constante que ha dejado mudos a los miembros de la oposición. Los primeros resultados de esta manera de abordar un problema tan grave, como el generado por el Covid-19, se reflejan en los sondeos de opinión. El partido socialista, cabeza visible del gobierno, apenas pierde intención de voto y el PP crece en apoyos, pero con una subida ligera, mientras que Unidas Podemos y Ciudadanos bajan. El partido de Abascal, Vox, que ha sido el que se ha mostrado más crítico con el gobierno, se mantiene como la tercera fuerza política española.
La estrategia de la presencia casi continua de ministros, asesores, altos cargos, militares, policías etc. parece exitosa. Los asesores de comunicación de Pedro Sánchez han actuado con habilidad y han optado por uno de los elementos/trampa típicos de la estrategia publicitaria: en lugar de situarse a la defensiva, frente a las críticas que producen sus decisiones, han lanzado una legión de personajes de todo tipo, presuntos expertos en cualquier materia, para que funcione una de las premisas escritas en los manuales de generación de opinión pública: Una manera de evitar el daño reputacional, que produce una información correcta y veraz cuando la gestión ha sido errónea, consiste en saturar de mensajes los medios para que el receptor de las noticias deba moverse en un piélago de palabras. La mejor manera de ocultar un árbol es situarlo en medio de un bosque.
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