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Algunos están dispuestos a cualquier cosa, menos a vivir aquí y ahora», palabra de John Lennon. Amén. No son pocos los amigos que reniegan de este mes de febrero que languidece. Los que tienen comercio, porque a excepción del 'sobresalto' del día 14 –con ese ... ángel que dispara flechas, y al que parece cada vez le queda menos munición– les resulta un páramo en el que los clientes no dan muestras de rascarse el bolsillo. En la rama de la hostelería, casi es un copia y pega. En mi oficio tampoco suele ser un mes de mucho trajín (aunque yo este año no salgo de gira y me estoy dedicando a crear y grabar un nuevo disco). «Menos mal que es el mes más corto del año», suelo escuchar en mi perímetro afectivo. Como queriendo quitarse de encima cuanto antes al que consideran mes trámite.
A mí no me produce ningún resquemor este segundo asalto al calendario. Podemos apartar el pudor, y mudarnos a una vida ajena gracias al Carnaval. O encender la chimenea y mirarla absortos (confirmado, se puede vivir sin mirar la pantalla del teléfono por un instante). Mirar hacia adentro. Rascar en nosotros. Ordenar el trastero del alma, o el de la casa. Ya vendrá abril a sacudirlo todo y a meterle una velocidad más al asunto de vivir.
No hay duda de que los niños son mucho más felices que nosotros, tal vez porque viven con la mirada corta. No se recrean en el pasado –todavía no sufrieron grandes derrotas–, y el futuro es una palabra tan desconocida como lejana para ellos. No utilizan los retrovisores, ni la luz larga. Atraviesan con alegría los túneles (palabra tristemente de actualidad estos días) por muy oscuros que estén. Conducen plácidamente por su día a día, dándose el permiso de mirar el paisaje, recreándose. Aunque nos empecinamos en huir del presente –en plan masoca– es el lugar que nos corresponde. Mas nos vale encontrar en él cierto sosiego. Ojear titulares no invita al optimismo. Tanto en el ámbito local como en el internacional, el panorama es desolador. Aún así, se le puede sacar jugo a febrero, por más que de antemano no tenga el aspecto de fruta preferida. A pesar de las pulsaciones bajas, el corazón sigue latiendo, y esta ya es una gran razón para seguir.
-Recomendación sonora para acompañar la lectura: 'Febrero', de La Habitación Roja.-
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