Oda a la bahía

Recomendación sonora para acompañar la lectura: 'Santander', de Jorge Sepúlveda

Mi raíz y –casi podría escribir– mi tronco están enclavados en Campoo. Soy un hombre de la montaña que cada vez busca más el mar. Es muy pronto para pensar en el retiro y ser uno de esos pescadores de avanzada edad que lanzan el anzuelo con su cebo al agua, sin prisa, viviendo sus días como en una maravillosa cámara lenta. Esta bahía merece una canción a la altura del Mediterráneo de Serrat. No me veo capacitado para componer algo de tal magnitud, pero sí ha sido fuente de inspiración para algunas de mis composiciones. Y, sobre todo, inspiración vital. La más importante de todas.

En tiempos de ensalzamiento de la belleza artificial –dos palabras antagónicas que no deberían ir ligadas–, su encanto natural se impone majestuoso. Decía Jorge Luis Borges que la belleza es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica. Pero tal lugar bien merece el intento. Leí recientemente en este diario que se llevará a cabo el 'Plan Bahía', un gran proyecto de gestión. Yo también tengo un planazo para los próximos años: vivirla intensamente. Porque es probable que ella siempre permanezca aquí, pero yo no.