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El dinero no da la felicidad pero calma los nervios». Así respondía María Félix –diva mexicana– a la eterna pregunta: ¿el dinero da la felicidad? Cada cual le otorga un grado diferente de importancia al asunto monetario. Que tenerla la tiene, desde que se suprimió ... el trueque hasta nuestros días y mientras no se invente otro sistema de transacciones. Arabia, con sus cantidades ingentes de dinero, ha puesto el debate en primer plano de la actualidad. Un país con un claro déficit de derechos que está 'reclutando' a una ristra importante –en cantidad y en calidad– de jugadores de fútbol cubriéndoles de parné. Siempre me ha parecido cruel la vida del deportista profesional. Con una temprana fecha de caducidad, las temidas lesiones y el abismo posterior –la retirada–.
Recientemente, al golfista español Jon Rahm le dieron por ambos costados por aceptar una oferta descomunal por jugar en la liga saudí. Las cifras dan vértigo. Ahora le está cayendo un aguacero de criticas –y de tela– al bueno de Nadal por aceptar ser embajador del tenis de ese polémico país y abrir allí una academia. Rafa, el yerno ideal, el ídolo nacional. Debe ser agotador ser un referente para la sociedad.
Otros que se fueron bañándose en oro no aguantan y están desesperados por regresar (por ejemplo: Benzema). Se percataron tarde de que tanto dinero no salía a cuenta. Pero el ser humano está lleno de debilidades. Es algo inherente al propio individuo. Y cuando eres una persona tan popular dispones de libertad de movimiento pero pagas peaje social. Para lo que es moral –o no– todos tenemos un mazo de juez gracias a las redes sociales y a la barra del bar. Para lo legal tenemos jueces –de carne y hueso, de toga negra–. En lo que concierne a la moral cada uno tiene una vara de medir. No seré yo quién saque aquí –ni en otros foros– la mía. Ya que cada cual es cada cual, más sus circunstancias y prioridades. Además, yo en estos temas de lapidación en mitad de la plaza del pueblo siento que empiezo a vociferar pero luego al ver que todos rugen contra uno me da lástima. Una verdadera contradicción interna. Pero la contradicción es otra característica principal de cualquier mortal. Esto daría para otra columna.
Volviendo a el tema de la plata, lo que está claro es que nos llama la atención –a casi todos– que gente que tiene la luz pagada para el resto de sus vidas –y las de sus descendientes– se metan en estos jardines. De manera aparentemente innecesaria. Pero bueno, ahí está el mito caído de Juan Carlos y sus tejemanejes económicos y de alcoba. La talla del personaje se ve acrecentada –o a la inversa– por pequeños gestos. Tus movimientos son escrutados al detalle, y hay mucho 'hater' esperando el mínimo traspiés.
No se quién posee el récord ante la pregunta de Broncano en 'La Resistencia' (¿cuánto dinero tienes en tu cuenta bancaria?), pero parece que será pulverizado por uno de estos nuevos 'fichajes' de Arabia.
No creo que todos tengamos un precio. Ni tampoco que ninguno de los que han aceptado una oferta saudí estén de acuerdo con el funcionar de ese país. Pero si nos pusieran esa montaña de millones es probable que alguna de nuestras voluntades se vean plegadas. O tal vez no. Este es un eterno debate, del que casi nunca saco nada en claro. De ahí su eternidad. Benjamin Franklin no dudaba tanto como yo al aseverar: «El dinero nunca ha hecho feliz al hombre, ni lo hará. Ya que no hay nada en su naturaleza que produzca felicidad. Cuanto uno más tiene, más quiere uno».
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