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Cuando alguna persona consciente cree que tiene, o por lo menos intenta tener, las ideas moderadamente claras y también está aquejado de algunas preferencias en los contenidos de sus pensamientos, por reacción instintiva y espontánea surgen sobresaltos si alguien expresa ideas coincidentes con las suyas, ... que de alguna forma le hacen reafirmar su postura. Me sucedió leyendo a Jesús Flórez en El Diario Montañés (7 de marzo de 2021), que es catedrático retirado de Farmacología de la Universidad de Cantabria. Se formulaba una crucial pregunta: ¿Es Dios o es la ciencia? Creo que la ciencia se nutre del diseñador para inspirar al humano su sabiduría.
Lo que podemos llamar el todo por naturaleza tenía que ser espíritu puro, como causa de todas las causas, y tan necesario como suficiente para que pueda encajar el esquema general.
Con este preámbulo, me apresuro a expresar mis argumentos, como aportación personal, por si pudieran ser de utilidad a los demás. El diálogo sensato siempre resulta constructivo y, en este caso, el asunto lo merece. Con el sano propósito de respetar la libertad de opinión de los lectores e intentar llegar al máximo número de mentes pensantes, me serviré únicamente de aquellos argumentos que sean pertinentes y de tipo filosófico, ya que esta disciplina es la ciencia de las ciencias.
Cuando se trata de objetos materiales, la sustancia es el contenido energético, que se moldea a su esencia formal y que ha reunido las condiciones necesarias y suficientes para ser lo que pretende ser. En el excepcional caso de los sujetos humanos, además de la sustancia biológica, tiene otra de índole espiritual, que es la que le dota de entendimiento con el que no solo conoce como el animal, sino que es sabedor consciente de que conoce.
De esta forma, el objeto deja de ser una inanimada maqueta prototípica y el hombre pasa de ser una estatua inmóvil e inexpresiva y sin vida interior a un ser vivo con movilidad, consciente y reflexivo. Resultando un bicomponente materia-espíritu, cuerpo-alma, sensibilidad-cognición, o cerebro-corazón.
Así está perfectamente dotado para ser observador del universo. Lo que consideramos limbo de la idealidad transcendental, a la espera de que algún sujeto dotado de razón y oportunamente inspirado sea capaz de adivinarlas. Se trata de porciones de la gran sabiduría que pensamos que tiene que poseer nuestro diseñador.
Todas estas ideas han sido ya pensadas previamente a la creación del continuum espacio-tiempo; el 'Todo'. Son como estructuras autónomas autosuficientes, que nada ni nadie puede cambiarlas, porque dejarían de cumplir su cometido fundacional.
Ahora sigamos paso a paso el proceso mixto de cognición humana: comienza por la observación sensorial y el envío a la mente de la correspondiente información previa y cuantificadora. Se hace una imagen intramental de la prototípica idea que es convenientemente cualificada y se da por conocida dada la intervención del entendimiento.
La creatividad, que es el proceso inverso, en el que partiendo de la ocurrencia cualificada, la mente se forma una imagen intramental y acto seguido se concretan las especificaciones cuantificadoras de la esencia formal, necesarias y suficientes para que resulte en concreto lo ideado a partir de su sustancia inductora causal. Tenemos los humanos demasiadas posibilidades de haber sido diseñados. En caso afirmativo, el diseñador tuvo que ingeniárselas para conseguir que el hombre fuera capaz de completar todo el ciclo cognitivo. Para este propósito le dotó de unos sentidos corporales informadores y una víscera computacional, como el cerebro, pero que tenía que tener un hábil usuario, que en nuestro caso es el entendimiento. Como todos sabemos es un patrimonio del alma. Solo se trataba de inspirarle las ideas para que comenzara a funcionar ese bicomponente materia-espíritu, que entrelazando unas con otras hemos visto como ha sido capaz de pensar y razonar y hasta realizar inferencias.
Ya había leído yo que la ciencia es el intento humano para conseguir leer la mente de su creador. Entre sustancias anda el juego, pero una de ellas, la más importante es la espiritual pura, que coloquialmente es la que sopla al oído, a todos los innumerables sujetos humanos espirituales. Son los que han acumulado el gran tesoro del conjunto de las ciencias humanas. Ya han visto ustedes como no es tan complicado.
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