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En 1981, sólo 70 de los 400 kilómetros entre Ouagadougou y Gaoua en el Pays Lobi están asfaltados, el resto es pista de tierra. ... Gaoua es un pueblo de casas de adobe, polvoroso en la época seca y un pantano cuando llueve. En el centro, bajo la sombra de unos enormes baobabs, está el mercado y, un poco mas allá, se encuentra una gasolinera y un surtidor de agua. En la colina, por encima del pueblo, está la Prefectura, único testigo arquitectónico de la era colonial. A su lado, una pista de tenis abandonada. El signo más visible del progreso es un almacén libanés donde se venden telas, bicicletas, motocicletas, cacerolas, neveras de petróleo y materiales de construcción. Pero las casas aún no disponen de electricidad ni agua corriente. Cuando llegamos con Adrián, que entonces apenas tenía un año, había una epidemia de meningitis, enfermedad que cada primavera segó la vida de muchísimos niños en el país. En el patio de la casa, y a veces adentro, hay escorpiones, y hay sospecha de la presencia de serpientes negras, que se conocen como 'le serpent cinq minutes'. No hay suero contra mordidas de serpiente, razón por la cual el médico alemán del pequeño hospital local me aconseja consultar a un chamán o a un misionero en caso de que suceda lo peor.
Trabajo para las Naciones Unidas. El proyecto Aménagement du Territoire que me trajo a Gaoua pretende mejorar la gestión pública mediante la elaboración de planes de uso de la tierra para asegurar la seguridad alimentaria. Es una respuesta a la hambruna que durante los años 70 aflige a la población del Sahel en Mauritania, Mali, Burkina Faso y Níger. Con este plan en mente realizamos un estudio que comprueba que hay un circulo vicioso de bajos rendimientos agrícolas que conduce a la emigración. La falta de mano de obra necesaria para prácticas agrícolas sostenibles aumenta la dependencia de la quema, que a su vez empobrece aún más a los pobres suelos lateríticos. Y así sucesivamente. Que la escasez de mano de obra puede conducir a la hambruna ya lo sabían los gobernadores coloniales de la Haute Volta. Estos, en sus informes, describen cómo la movilización forzada de obreros para la construcción del ferrocarril Dakar-Bamako ha provocado el abandono de prácticas de conservación del suelo y de fuentes de agua. ¿El resultado? Cosechas cada vez perores. Lo mismo sucede en el Pays Lobi, donde 'les chefs de famille' siempre mencionan este problema como el mayor peligro para su subsistencia. Culpan de ello a los jóvenes que se escapan a Costa de Marfil. Parece que no pueden ni quieren entender sus motivos. La sociedad tradicional espera que los jóvenes trabajen muchos años para su familia política antes de poder tener una mujer con quien establecer su propio hogar, tal y como aparece en el relato bíblico de Jacob y Raquel. Y los jóvenes, que a diferencia de los mayores saben leer y escribir, ya no están dispuesto a eso.
La prueba más contundente de la crisis de la agricultura de subsistencia son los imágenes del satélite Landsat. Demuestran que la practica de la quema -'les feux de brousse'-, antes prohibida, se ha generalizado y alcanza más del 90% de la superficie agropecuaria del país. Además, el desastre ecológico no se limita a la quema. En un estudio que realizamos en Pays Bobo observamos la deforestación por colonos Mossi de miles de hectáreas de bosque tropical, hábitat de elefantes, leones y otros animales, en apenas una década. Traducimos los resultados de nuestra investigación en un proyecto de seguridad alimentaria y conservación y solicitamos financiación para el 'Proyecto de Desarrollo Rural' del Banco Mundial. Poco tardamos en descubrir que la lucha contra la desertificación no figura en la agenda del banco. Además, el banco refuta nuestra tesis sobre la falta de mano de obra que cuestiona implícitamente su propuesta agroexportadora. Para el banco, el campo debe generar divisas mediante la exportación de algodón, espárragos y punto.
Aprendo dos lecciones:
1. El banco es una institución neocolonial que dicta con su dinero las políticas de desarrollo.
2. El Gobierno no puede morder la mano que le presta dinero, presentando una propuesta alternativa.
En 1983, una crisis financiera en las Naciones Unidas termina con el proyecto. Nunca regresé a Burkina. Wikipedia y Google me cuentan que hay carretera asfaltada, que Gaoua dispone de agua y luz, y que la población del país ha crecido de 6,5 a 15 millones. El hecho de que el hambre sigue amenazando la región, indica que el capitalismo periférico promovido en nuestro tiempo por el Banco Mundial no ha resuelto este problema. Por eso puedo imaginarme que algunos sueñan el futuro como el glorioso pasado, cuando los mayores se encargaban del bienestar, tal y como le anhelaban 'les chefs de famille Lobi'. ¿Puede entenderse así Boko Haram?
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Ana del Castillo
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