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Salarios
ANÁLISIS ·
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ANÁLISIS ·
El nominal y el real han crecido poco y no se les puede acusar de actuar como una rémora para la reactivaciónEl bienestar de un país depende, crucialmente, de la capacidad adquisitiva de sus ciudadanos y esta, a su vez, de los salarios que los mismos ... perciben. De ahí que los salarios sean, por definición, un elemento fundamental en el comportamiento de cualquier economía, lo que hace que, por un motivo u otro, estén siempre en boca de todos. Este es el caso, por ejemplo, del salario mínimo, pero lo es también de los salarios en general.
Un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Global Wage Report 2020-21, analiza la evolución de los salarios entre los países miembros de la misma durante los años 2015 y 2019, así como lo sucedido en la primera mitad de 2020, cuando la pandemia del covid-19 ya estaba plenamente instalada entre nosotros, y presenta resultados interesantes.
En relación con nuestro país y en lo que atañe al salario medio, el informe pone de relieve que tanto el salario nominal como el real apenas sufrieron variación alguna entre los años mencionados, los cuales fueron, recordémoslo, de relativa bonanza económica. El salario nominal pasó de 1.902 euros en 2015 a 1.955 en 2019, lo que supone un magro aumento del 2,8% en cuatro años, mientras que el salario real registró un crecimiento de sólo el 0,3%. Con estas cifras, es evidente que los salarios pueden ser acusados de cualquier cosa menos de actuar como rémora para la reactivación económica, algo que se ve corroborado en la primera mitad del año 2020, cuando los salarios nominales y reales dieron muestras de una drástica tendencia a la baja. Como consecuencia de ello, se produjo una caída muy importante (del 12,7%) de la masa salarial total, la más elevada, con la única excepción de Portugal, dentro del países europeos. Asimismo, y como elemento a tener en cuenta, hay que subrayar que algo más de tres cuartas partes de la mencionada caída hay que atribuirla a la pérdida de empleos, mientras que la restante hay que achacarla la reducción en el número de horas trabajadas; de igual manera, es necesario mencionar, por lo que tiene de discriminación en contra del sexo femenino, que la masa salarial de las mujeres se redujo en mayor medida que la de los hombres: un 14,9% frente a un 11,3%.
Considerando el periodo 2015-20 en su totalidad, hay que señalar también que la evolución salarial comentada se tradujo en un aumento de la desigualdad salarial, pues si antes del Covid-19 la ratio percentil 90/percentil 10 era igual a 23,0, después se elevó hasta 36,1. Es decir, la masa salarial del grupo del 10% de trabajadores con mayores salarios era, antes de la pandemia, 23 veces mayor que la del 10% con los menores salarios; por si esa diferencia no fuera notable, el estallido de la pandemia, no obstante, aumentó la misma hasta la cifra de 36,1, lo que convirtió a España en el país más desigual desde la perspectiva de la distribución salarial..
En cuanto al salario mínimo, es obvio que su comportamiento ha sido bastante diferente del salario medio pues, en términos nominales, no ha hecho más que aumentar año tras año; entre 2015 y 2018 de forma contenida, pero en 2019 de forma muy significativa, tal y como hemos comentado en varias ocasiones. En conjunto, el salario pasó de los 756,7 euros del primer año mencionado a los 1.050 del último, lo que, pese a suponer un incremento sustancial, no puede decirse que haya afectado negativamente al volumen de empleo aunque, como apuntaba un informe del Banco de España también mencionado en esta sección, puede haberlo hecho a su ritmo de crecimiento.
En todo caso, y pese a las subidas experimentadas, no se puede ocultar que el salario mínimo se encuentra en niveles bastante reducidos, pues equivale, aproximadamente, al 50% del salario medio y al 42% del salario mediano, los cuales prácticamente no han crecido en los últimos años ni en términos nominales. Por todo lo dicho con anterioridad y porque su subida podría contribuir a la reducción de la desigualdad, no parece descabellado que el salario mínimo siga creciendo hasta que alcance, como proponen la mayoría de los expertos e instituciones, el 60% de los salarios medio y mediano. Ahora bien, como he señalado en otras ocasiones, esto debe hacerlo de forma paulatina y comedida para no perjudicar la competitividad, aun cuando esta depende, en mucha mayor medida que de los salarios (mínimo, medio y/o mediano), de otros factores.
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Ana del Castillo
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