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Imagínense que formamos un equipo. Qué hermoso proyecto. La conciencia colectiva se va consolidando poco a poco. También hay discrepancias, es cierto, tiras y aflojas y hasta algún «ya verás que ésta no se me olvida y te la guardo». Pero la cosa prospera. ... Hasta que alguien que se cree superior a los demás, decide marcharse. Es igual que sea un país, una comunidad autónoma, un jugador de baloncesto que viaja a Turquía (allí quedó abandonado el barcelonista Thomas Heurtel por querer jugar en el Real Madrid) o un simple integrante de un grupo de WhatsApp. El que quiere marcharse es un antipático de narices, un altivo clasista que considera que la fiesta a la que le han invitado no está a la altura de su estatus.
Hemos comenzado el año con desprecios altivos y clasistas por todos los puntos cardinales. Ahí están los británicos con su 'Brexit' que, circulando por la izquierda y sin aceptar el sistema métrico decimal, siguen creyendo que su imperio es la única fe verdadera. Y algo de verdad tiene que haber en el asunto, porque a ver cómo se explica que después de darnos plantón, la Unión Europea siga manteniendo el inglés como lengua común. Vaya paradoja. Además, no podemos negar que los británicos son los únicos que han sido capaces de colonizar el mundo gracias al fútbol, aunque ahora tengan que conformarse con celebrar la reciente muerte de quien, junto al almirante Blas de Lezo, más les ha humillado en este mundo: Diego Armando Maradona.
Salirse de España, nación construida con la importante aportación de Cataluña y el País Vasco, también es una obsesión de los independentistas de ambas regiones. Los supremacistas catalanes que soliviantaron a las masas para incumplir y destruir las leyes comunes y constitucionales (también quisieron tomar el Parlamento, a la manera de los descerebrados seguidores de Donald Trump), están ansiosos de salirse a toda prisa, pero de la cárcel. Eso sí, manteniendo la voluntad de repetir su intentona separatista, algo a lo que, manda huevos, parece estar dispuesto a conceder el Gobierno de Sánchez. Al menos, y por el momento, no saldrán de prisión los asesinos y otros criminales de ETA, aunque cada vez hay más de esa calaña en El Dueso santoñés que llegan como intercambio presupuestario para disfrutar del acercamiento y de un patio y paraje natural tan idílico como inmerecido para ellos. Todos quieren salirse, menos nuestros gobernantes, ésos que para entrar nos engañan con promesas de las que si te he visto no me acuerdo y prefieren quedarse, cueste lo que cueste, para que los que salgan sean los demás.
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