Sánchez, con la suya

La naturaleza expansiva del proyecto, con 485.986 millones de euros de gasto, sostenido sobre previsiones de ingreso récord por efecto de la inflación, permite acomodar demandas territorializadas y satisfacer al bloque de investidura. Los ajustes que puedan darse en su recorrido por las Cortes serán presumiblemente mínimos o, si acaso, comprometerán al Estado a más largo plazo. Con los Presupuestos, el Gobierno PSOE-Unidas Podemos verá despejado el tramo final de la legislatura y su propósito de agotarla, salvo el improbable caso de que sus propios intereses electorales le aconsejen lo contrario o lo impidan causas sobrevenidas de extraordinaria gravedad. De ese modo podrá presumir de estabilidad parlamentaria en medio de la incertidumbre económica y geopolítica que atenaza al conjunto de Europa.

La tramitación del texto marchará en paralelo a la discusión pública sobre su solvencia financiera. Entre un país que anhela recuperarse cuanto antes y una opinión pública que se muestra escéptica frente al optimismo del que hace gala el Ejecutivo. La contradicción entre los deseos compartidos por la inmensa mayoría de la sociedad y las reservas con que los ciudadanos contemplan el futuro próximo describirá un largo año electoral ante el que resulta imprescindible que instituciones y fuerzas políticas se conduzcan con prudencia y rigor en la gestión de los intereses comunes. Ni la suficiencia política del Gobierno ni las aspiraciones legítimas de la oposición pueden contribuir a desnortar España en un momento tan difícil para el bienestar de todos y para el futuro de las democracias.