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El desarrollo industrial de Cantabria a mediados del siglo XIX está ligado a la producción minera de uno de los yacimientos más importantes de zinc en Europa. Las tierras de la comarca del Besaya entre Torrelavega y Puente San Miguel, en Reocín, ocultaban aquel ... tesoro. La Real Compañía Asturiana de Minas inició la explotación a cielo abierto en 1877, ampliándose en el nuevo siglo con las galerías subterráneas; después continuaría Asturiana del Zinc (AZSA). En los 140 años de aprovechamiento llegaron a extraerse 100 millones de toneladas de mineral. Pero el año 2003 el escaso rendimiento determinó el cierre de la mina. Hoy existe cierta esperanza, y aunque ya es historia la tradición continúa.
En Torrelavega, el día de Santa Bárbara, patrona legendaria del metal y de la minería, los veteranos trabajadores confraternizan en esa jornada manteniendo así el recuerdo de aquella época de esplendor industrial. Vinculada a la minería, una industria floreciente de esos años, situada en el centro de nuestra ciudad, fue Talleres Obregón. Con la licencia que tenía de Wemco, patente norteamericana, estos talleres durante muchos años fabricaron los lavaderos para las minas de uno y otro extremo de la península. En la reconversión industrial, la crisis de la minería y su desplome económico, dieron término a esta importante industria con una actividad de medio siglo. Como formé parte del servicio de medicina de empresa junto con los ATS Pardo y Arozamena, pese a los años transcurridos, y ya algunos, aunque presentes en nuestra memoria, nos han dejado para siempre, deseo testimoniar las cualidades humanas de los que trabajaron en esta empresa, a muchos de los cuales conocí como jóvenes aprendices. Con su esfuerzo y trabajo, formaron familias y educaron a sus hijos. Para todos, en muchas ocasiones, además de profesionales, fuimos confidentes y consejeros y amigos. Hoy es un premio el reconocimiento de su amistad. Una vez más nos reuniremos el 4 de diciembre, festividad de Santa Bárbara. No habrá relámpagos, ni truenos, sino recuerdos de alegres vivencias. «Santa Bárbara, bendita, tralará, lará…», y no faltará la nostalgia.
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