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Recientemente, se celebraron en la Fundación Botín unas jornadas sobre 'Patrimonio y Ciudad', coordinadas por la doctora en Historia del Arte, Karen Mazarrasa Mowinckel, con el apoyo de la concejalía de Cultura de Santander y con unos destacados ponentes en diferentes ámbitos profesionales relacionados con ... el interesante tema del patrimonio. Las exposiciones fueron muy ilustrativas sobre las reflexiones del ciudadano de a pie cuando pasea por la ciudad y contempla su entorno.
Diariamente vemos cantidad de elementos que son susceptibles de algún comentario, como por qué no se conserva adecuadamente este edificio. Te acuerdas de qué había en ese lugar, por qué tiraron esto o qué fue de aquello... En definitiva, hacemos un inventario virtual de lo pasado y de lo presente y, a la vez, sin darnos cuenta, perdemos memoria de muchos elementos que constituyen nuestro patrimonio de ciudad y que de repente desaparecen.
Estas cuestiones deben de tener una respuesta y, no es otra que, la creación de un inventario donde se localicen y se controle cualquier tipo de bien, desde un edificio hasta un simple banco. La siguiente cuestión es: ¿a quién se lo digo? ¿Me harán caso? Los entes públicos, en teoría, son los encargados de hacerse eco de estas sugerencias de una manera sencilla y eficaz y con la rapidez necesaria para no tener que lamentar pérdidas irreparables. La colaboración público-privada es obligatoria y la información antes de las actuaciones, también.
Grupo Alceda, Acanto, Red de Patrimonio Industrial y otras tantas asociaciones velan por preservar estos bienes, pero somos nosotros los que tenemos que ser parte activa y colaborar con ellos para llevar a buen fin lo que siempre se queda en buenas intenciones y en protestas inertes.
Desde las administraciones públicas y, me consta que algunas personas lo hacen, tienen que darnos acogida y soluciones comprometidas y, de esa forma, sin colores políticos, empezar a eliminar tantas trabas y corteza de miras que lo único que consiguen es la pérdida de credibilidad y confianza en el ciudadano.
Me encantaría -y estoy dispuesto a hacerlo- manifestar públicamente cualquier logro, por insignificante que parezca y, de esta forma, sentirme más ciudadano, que no es poco y, en definitiva, es lo que importa.
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