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Ahora que hemos dejado muy atrás la época veraniega, parece un buen momento para hacer un repaso a distintos temas de la ciudad. Sobre todo porque aún estamos a tiempo de evitar errores y de tratar de aprender de los cometidos en obras pretéritas.
Podemos ... empezar por los jardines de Piquío. Hace unos meses, en las páginas de El Diario, se anunciaba la remodelación de tan emblemático promontorio, uno de los símbolos más conocidos de nuestra ciudad. En dicha reseña se anticipaba una remodelación y actualización de sus jardines, aunque respetando su tipología actual. Iniciativa plausible ya que si se hubiera hecho lo mismo en la Plaza de Italia el resultado habría sido mejor. En dicha reseña se hablaba de talar los arbustos que pueblan ambos taludes para despejar el promontorio. Pues bien, en el lado que mira a la Primera desde hace 20 años faltan tres palmeras mientras que en el que mira a la Segunda siguen estando las seis iniciales y, como si de una metáfora se tratase, en el talud han crecido de forma espontánea media docena de palmeras, una infelizmente talada recientemente, en recuerdo de la dejadez municipal en su reposición. Que hayan nacido por polinización varias palmeras, unas ya de buen porte y otras enanas en ambos lados, el que mira hacia la Primera y lo mismo en el que da a la Segunda, pasa de ser metáfora a una necesidad: la de preservarlas, ya que la palmera es un árbol que proporciona carácter y crea un ambiente de clima templado, cuasi subtropical, que hermosea la ciudad y además han nacido y crecido a ambos lados de Piquío, en taludes casi cortados a pico. Cosa distinta son los arbustos que crecen junto a las palmeras de ambos taludes y que por su escaso valor botánico nada sucedería porque sean talados.
Otro proyecto en marcha es el de la Plaza de Italia. La actual remodelación de tan hermoso espacio puede gustar a unos y desagradar a otros. Me cuento entre los segundos, pero respeto opiniones en contrario y no es éste el momento de abrir un debate. Sí, en cambio, no sería mala idea estudiar la posibilidad de sacar a concurso la construcción de un estacionamiento subterráneo entre el Gran Casino y el restaurante del Maremondo o antiguo Rhin. Vamos a períodos veraniegos más prolongados, no solo julio y agosto, y tenemos una gran población flotante que nos visita durante todo el año por nuestras bellezas paisajísticas, la benignidad del clima y una buena oferta cultural y de servicios. Un aparcamiento subterráneo en la Plaza de Italia o en los Jardines de San Roque sería de utilidad para buena parte de nuestros visitantes al carecer de plazas disponibles en aquella zona por sobreocupación e igualmente para los propios residentes que, en una mayoría de ocasiones, tiene grandes dificultades para estacionar.
Otro asunto a tener en cuenta sería el de La Magdalena y la plataforma flotante. En la parte de la playa de Los Peligros y La Magdalena, hasta donde se ubica la única escollera de momento, en época veraniega se anudan unas corcheras y en varios tramos se ubican plataformas, adonde los que quieren van nadando, descansan a voluntad y vuelven a la arena del mismo modo. Pero si lícito es aprender de los demás, en distintas playas francesas se instalan unas plataformas de mayor tamaño, con trampolines y en una zona concreta hay instalada una pantalla que informa en letras y números visibles de la temperatura del agua, la del aire, los coeficientes de mareas en pleamar y bajamar y si el baño es seguro, hay riesgo de resaca o está prohibido por mala situación del mar, junto con varios salvavidas, implementando así la función informativa según el color de las banderas que ondean al viento en los puestos de socorrismo. Es una inversión poco costosa y serviría de valiosa información para cuantos se acercan a la playa y la disfrutan.
Respecto a la segunda escollera en Los Peligros hay que tener en cuenta que existe un debate permanente sobre el cambio climático, pero hay un hecho cierto e irrefutable en derredor de las escolleras. Hace dos años, en un temporal de mediana intensidad en febrero, sucedió que el construido en la zona del balneario protegió toda aquella zona del oleaje y no hubo daños. Por el contrario, en Los Peligros, donde debía estar construido el segundo si no fuese por intereses políticos encontrados, su inexistencia determinó que el temporal destrozase de cuajo el arranque de la escalera que sube hasta Reina Victoria, frente al Humilladero de la Virgen del Mar; destrozo que, salvo error u omisión, creo sigue sin estar reparado, lo mismo que la senda peatonal de madera. Ya no se trata de si es más o menos estético, de lo que se trata es de proteger nuestras playas del incremento del nivel de los océanos al deshelarse gradualmente ambos casquetes polares y antes de una década habrá que colocar espigones a 500 mts. de las playas Primera y Segunda en paralelo a ambas orillas, como sucede en Canarias, que sirvan de parapeto a los temporales que, no porque nos vayamos librando desde hace tiempo, no está escrito que no se repitan, solo que cada vez que suceda será con mayores daños, amén del cambio morfológico de las playas, con taludes de casi un metro entre su primer y segundo tramos y con lagunas en la bajamar, caso de La Segunda.
Como colofón, primero no había arena en La Fenómeno, después se ha ido formando una playa propia, pero no ha acabado ahí pues ahora hay otra playa más entre el Oceanográfico y el primer varadero de Zaera y eso lo que indica es que los arenales están cada vez menos estabilizados y al ser ecosistemas de gran fragilidad o se les protege, pero no con rellenos de arena sino con escolleras rematadas en tómbolos o en escuadra, como sucede en el Mediterráneo e incluso en mar abierta en Biarritz, o lentamente irán desapareciendo sin remedio.
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