Santi Gutiérrez Calle y el corazón partido

Quién iba a decir que aquel hijo de pescadores que jugaba al fútbol en el Corro mientras estudiaba en la Escuela de Pesca, se convertiría en uno de los hombres más queridos del racinguismo. Santi sobresalió por su talento como jugador, pero más aún por la gran labor que desarrolló como director de las secciones inferiores del Racing, engrandeciendo la cantera con una sincera y profunda vocación de inculcar a los más jóvenes el apego y el respeto a los colores del club. Mi amigo José Manuel Holgado, uno de sus más fervientes admiradores, me recuerda la cantidad de redacciones y dibujos de los pequeños racinguistas que lucía en su despacho de las antiguas instalaciones de La Albericia, fruto de los encargos que hacía a sus alumnos para responder a la pregunta: ¿qué significa para ti el Racing?

Sobrio, con pensamiento rápido y muy eficaz en el centro del campo para proporcionar seguridad a la defensa, Santi ya dio muestras de una prematura madurez cuando con doce años fundó con unos amigos de Laredo el Club Marqués de Valtierra. Jugó en el Sardinero, donde en 1961 se alzó con el Trofeo Los Barrios al ganar en la final al Nueva Montaña, y al año siguiente, ya como jugador del Laredo, formó parte de la selección cántabra de fútbol que llegaría a disputar los cuartos de final del Campeonato de España con compañeros como Puente, Juan Carlos, Camuesco y el también laredano Paco Docal.

En el Charles coincidió con una gran generación de jugadores, entre ellos Castillo, Alfredo, Bustío, Susi, Mingo, el citado Docal, Rivero, Urdiales, Pepín, Seminario y Valentín.

Tras llegar a ser internacional sub-18, marchó en 1964 a Santander para jugar con el Rayo Cantabria. En su primera temporada como rayista jugó la promoción de ascenso a Segunda División. En la temporada 1967-68 jugaría en la A. D. San Juan de Burgos, aprovechando que cumplía allí el servicio militar.

Debutó en el Racing el 28 de septiembre de 1969 en Mendizorroza, contra el Alavés (1-1) El conjunto cántabro alineó a Corral; Colina, Pepín, Chisco; Chinchón, Paquito; Portu I (Aguilar), Cabello, Menchaca, José María (Santi) e Isidro. Santi participó activamente en el ascenso a Segunda de 1970, con el gol de Aguilar al Ilicitano en el Bernabéu, y en el ascenso a Primera de 1973, la temporada de los bigotes, con el feliz estreno de José María Maguregui como entrenador. Cumpliría el sueño de debutar en Primera el 2 de septiembre de 1973 en los Campos de Sport ante el Real Zaragoza (1-1). El equipo racinguista formó aquel día con Santamaría; Díaz, Chinchón, Espíldora; Geñupi, Grande (Chinchurreta); Martínez, Barba, Aitor Aguirre, Pedro Amado (Santi) y Zuviría. También participó en el ascenso a Primera de 1975, y en 1977 colgó las botas por culpa de una lesión en el tendón de Aquiles.

Tras su etapa de futbolista se dedicó a entrenar. Dirigió al equipo juvenil del Racing (1979-84) y también al primer equipo, en 1979, sustituyendo a Nando Yosu con motivo de una operación quirúrgica. En enero de 1988 volvería a hacerse cargo del equipo profesional tras el cese de Delfín Álvarez y hasta la llegada del austriaco Stessl. Muy ligado al fútbol playero durante años, también fue entrenador del Rayo Cantabria, Barquereño y Escobedo. Homenajeado por la Fundación Racing en reconocimiento por su dedicación a la cantera racinguista, Santi tendrá hoy su corazón partido en torno a una frase que ha marcado su vida deportiva: «El Laredo es mi primer amor, el Racing es toda mi vida».