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La Santoña encerrada y triste de estos días de septiembre es casi un lazareto. Estamos confinados por orden de unos gobernantes que, de repente, han caído en la cuenta de que el verano que ellos habían planeado de barra libre para los turistas, al ... final iba a resultar una bicoca para los virus. Muchos ciudadanos veíamos y denunciábamos como los foráneos y nativos se agolpaban desprevenidos en paseos y terrazas. O como 2.000 personas diarias subían al Faro del Caballo con aire de romería pagana. O como los barcos de excursiones turísticas navegaban atestados de pasajeros confiados a su buena suerte. O como se hacían botellones masivos, y aún se hacen, en parques, subterráneos y paseos. O como no ha habido, ni hay, un solo policía en la calle a partir de las 22.00 horas por razones que sólo comprenden algunos que dirigen nuestro Ayuntamiento.
Todo parecía un risueño juego de ruleta rusa con armas cargadas de virus. Se sabía en Delegación de Gobierno, Gobierno regional y Ayuntamiento, pero no hicieron nada por evitarlo. ¿Quién de ellos va asumir la responsabilidad por lo ocurrido? ¿Cómo es posible que hayan cerrado esta villa sin pedir perdón por su imprevisión más absoluta? ¿Qué medidas piensan tomar para resarcir el daño en la imagen y economía que está sufriendo nuestra hostelería e industria? ¿Por qué se ha dado a entender un comportamiento irresponsable en nuestras fábricas de conservas cuando, sin embargo, sus gerentes y dueños han sido escrupulosos en cumplir las medidas preventivas de seguridad? ¿Por qué no se reconoce que el descontrol estaba en los espacios públicos y no en sus fábricas? ¿Por qué se insiste en extender el estrés de imponer obligaciones ilógicas de asistencia a clase a niños y profesores en esta coyuntura de su vida escolar? ¿Por qué se impide salir a pescar sus jibiones de temporada a los jubilados y aficionados al mar?
Casi nadie confía ya en esos gobernantes que dejaron nuestra salud y seguridad en manos del azar. En Santoña no somos unos cafres desaprensivos. Incluso hemos sido mala noticia en el periódico inglés The Sun. Los verdaderos culpables quieren pasar inadvertidos. Tienen que venir a Santoña a dar la cara, porque somos muchos los ciudadanos que tenemos la sensación de que se ha utilizado la porra con nosotros para inculcar miedo a otras poblaciones y mostrarles hasta dónde puede llegar la firmeza del poder. ¡A buenas horas llega la firmeza! Mejor sería más previsión y dinero para la seguridad de las personas. Sin gestos vacíos. Y un aviso al resto de los cántabros: tras nuestras barbas peladas, tal vez debáis poner las vuestras a remojar.
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