Borrar

En unos días veremos los escaparates de muchas tiendas adornados con elementos referidos a la fiesta de Halloween. Especialmente las que venden objetos para posibles disfraces. A veces no tenemos tiempo de crear uno propio o nos falta imaginación y vamos a lo inmediato, comprar ... y poner. Poco a poco se ha ido imponiendo esta fiesta de importación tan ajena a nuestra cultura con el apoyo de ciertos comercios y sectores de la hostelería. La disculpa para un indisimulado consumismo. Y para que se vaya consolidando qué mejor que hacer cantera con los niños. En casa, en el colegio, lo vivirán como un adelanto de lo que luego, en poco tiempo, será el Carnaval. Lo disfrutarán como algo lúdico despreocupados de la colonización cultural que supone. Curiosamente, la intensificación de esta fiesta es paralela al adelgazamiento de los ritos más enraizados en las tradiciones españolas, las visitas a los cementerios el Día de Todos los Santos y llevar unas flores a nuestros familiares y amigos fallecidos. Tengo la impresión de que esta arraigada costumbre se va perdiendo. Las personas de más edad tal vez mantienen el rito, a veces acompañadas por sus hijos, pero la deslocalización del trabajo con la consiguiente dispersión geográfica de la familia dificulta las visitas. Peor aún si la fiesta favorece un puente vacacional. También puede influir la progresiva práctica de las incineraciones y el posterior esparcimiento de las cenizas del difunto, aún no regulada del todo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Todos los Santos