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Tempranísimamente aparece Santiago apóstol en la simpar obra del Marqués de Santillana (1398-1458); cuya callejuca en la ciudad de Santander va de la avenida ... de la Reina Victoria a la travesía de Canalejas. Como cuadragésima segunda entrada figura en el tratado con más cándido título de nuestras letras: «Íñigo López de Mendoza, a ruego del Rey don Juan, ordenó estos refranes que dicen las viejas tras el fuego, y van ordenados por la orden del A.B.C. (Sevilla, 1508)». Indicado refrán, a la letra reza así: «Camino de Santiago, tanto anda el cojo como el sano». De donde se deduce que el camino, como el arte, es cosa mental.
De las propias viejas que dicen refranes tras el fuego o del libro del Marqués que tan providencialmente los ordena, tomó la idea el poeta cordobés Luis de Góngora (1561-1627) para aplicárselo a su enemigo íntimo Francisco de Quevedo (1580-1645). De ir a San Trago, que no a Santiago, levantando el codo, y de llegar porque 'tanto anda el cojo como el sano', fue acusado aquél que de éste advirtió a la Corte que 'sus pedos son sirenas'.
Lo de San Trago por Santiago tiene gracia. E hizo fortuna en diversas formas: calle de San Trago con el altar de San Sorbo. Pruébalo así la recopilación de obra quevediana acometida por Fernández Guerra en 1846. Donde incluye la puya a Quevedo de un poeta menor: «Con Góngora te pago. A San Trago vas, que no a Santiago».
Si en la ciudad de Santander, donde no hay calle ni plaza Santiago, se organizara un concurso público para dar el nombre de San Trago a la calle que justamente más lo mereciera, muchas serían las candidatas a alzarse con tan preciado galardón. Y como justo premio de consolación, a las finalistas cabría nombrarlas calles de San Sorbo.
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