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Que todo vuelva a ser como antes depende en gran parte del trabajo de personas como Sarah Gilbert. Esta doctora en bioquímica abandonó una brillante carrera en la industria farmacéutica privada en 1994 para regresar a la universidad y entrar a formar parte de ... los estudios acerca de la malaria. Durante estos años ha participado en el desarrollo de la vacuna universal contra la gripe que, a diferencia de las vacunas convencionales, no estimula la producción de anticuerpos, sino que activa el sistema inmune para crear linfocitos T específicos contra la gripe. También demostró que el adenovirus puede usarse como vector en vacunas que protegen contra el MERS a ratones, y que son capaces de inducir respuesta inmune en humanos.
La vacuna contra el coronavirus en la que trabaja Gilbert es la primera en entrar en la fase 3 y más de 10.000 voluntarios en Brasil y Sudáfrica ya han recibido sus dosis. Entre los voluntarios que se han inoculado se encuentran sus trillizos de 21 años, estudiantes de bioquímica, que en abril ingresaron al proyecto. Sarah admite que no tuvo que ver en esa decisión, pero ha asegurado que no estaba preocupada por los efectos que esto podría producir en sus hijos.
De hecho, Gilbert es muy optimista acerca de su trabajo, y espera tener disponible la vacuna antes del invierno. Los buenos resultados de su equipo no son fruto de la casualidad; cuando surgió el brote de ébola, el Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, al que ella pertenece, lideró los primeros ensayos de la vacuna contra ese virus. La OMS la designó para elaborar un plan de respuesta rápida frente a la 'Enfermedad X', que se refiere a un patógeno todavía desconocido, pero inevitable, con el fin de que se pudieran emprender las acciones necesarias de forma rápida en el futuro. Y el coronavirus es justamente el tipo de patógeno para el que se estaban preparando. Apenas surgieron las primeras informaciones acerca de una nueva enfermedad respiratoria en China, antes de conocer la velocidad y el alcance de su propagación, Gilbert ya estaba organizando la realización de pruebas en ratones para el momento en que se diera a conocer la secuencia genética del virus.
Si su tarea se ve coronada por el éxito, no sería descabellado pensar en Gilbert y su equipo como serios candidatos al premio Nobel de Medicina. Y en cualquier caso, el esfuerzo y la dedicación que han demostrado ya merece nuestro aplauso.
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