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George Borrow (1803-1881), 'don Jorgito el de la Biblia', no tiene calle en Santander. Gran injusticia. Pues de cuando por aquí pasó, en 1837, ... grata anotación dejó de la ciudad adonde vino a vender en plaza pública su evangélica mercancía.
La Biblia en un tomo forrado en pasta antigua se tasó en 120 reales en el remate de los efectos hallados a su supresión en el convento de San Francisco, de Laredo (mayo de 1838). A saber si se trataba de un ejemplar encuadernado de los que mercadeaba por las calles don Jorgito con su fiel criado griego.
Notorio es que el vendedor sajón de biblias alcanzó el grado sumo de la extravagancia al traducir la Biblia nada menos que al gitano (o romaní) y al vascuence.
Asombrado hasta el hueso, el Secretario de Estado de la reina Gobernadora, un tal Arespacochaga, signó una circular (la 46) prohibiendo la impresión y circulación de las traducciones en gitano y vascuence de los Evangelios. ¡Faltaría más! El apercibimiento a Borrow se aireó en el Boletín Oficial de Santander, edición del miércoles 29 de agosto de 1838. Todo muy documentado.
Vuelto a Londres, don Jorgito publicó unas memorias que se tradujeron al español como 'La Biblia en España' (1842); en cuyo prólogo, el inglés se autorretrata como vendedor de las Escrituras por encargo de la Sociedad Bíblica.
En Isaías 14:20 de un ejemplar suyo que tengo subrayado en fosforito, se admoniza así contra Lucifer: «Tú no has de tener consorcio con ellos [los reyes de la tierra muertos con gloria], ni aún en la sepultura, porque has destruido tu país, has hecho perecer a tu pueblo. No se conservará la memoria de la raza de los malhechores».
Lo malo del caso es que el catálogo de los enemigos de la humanidad se conserva. En incesante número. Todos ellos cortados por el mismo satánico patrón.
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