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Cuando hemos hablado de las distintas tácticas a la hora de afrontar la pandemia, una de las que más protagonismo han acaparado ha sido la de la inmunidad de rebaño natural: dejar que la mayor parte de la población se infecte y adquiera ... inmunidad, principalmente los jóvenes, en la creencia de que no van a padecer una forma grave de la enfermedad. Sin embargo, aunque sabíamos que la mayoría de las personas pasan la infección sin síntomas, o tan solo con síntomas leves, investigadores del Reino Unido han realizado un importante descubrimiento sobre las graves secuelas que el covid-19 deja también en jóvenes sanos.
En un reciente estudio preliminar, un equipo de científicos ha localizado daños en múltiples órganos del cuerpo de personas jóvenes cuatro meses después de la infección. El estudio buscaba evaluar el impacto a largo plazo del covid-19 en la salud de los órganos de unos 500 individuos considerados de bajo riesgo, con una edad promedio de 44 años y sin problemas previos de salud, y que tuvieran síntomas de la enfermedad en curso. Para ello, los pacientes eran controlados mediante resonancias magnéticas, análisis de sangre, mediciones físicas y cuestionarios online. Según se desprende de los datos preliminares de los primeros 200 pacientes que se sometieron a estos controles, cuatro meses después de contraer la enfermedad casi el 70% presenta deficiencias en uno o más órganos, incluidos el corazón, los pulmones, el hígado y el páncreas.
Cabe señalar que, en otro estudio separado que observó a 58 pacientes que precisaron hospitalización por covid-19 también ha arrojado resultados similares: los órganos afectados de forma más habitual eran los pulmones, pero se presentaron también secuelas en los riñones, en el corazón y en el hígado, e incluso esporádicamente en forma de cambios en los tejidos de algunas partes del cerebro, todo ello en pruebas realizadas dos o tres meses después de la infección inicial.
Amitava Banerjee, cardióloga y profesora asociada del University College de Londres, ha declarado que esta investigación en la que ha participado «apoya la idea de que hay una agresión a nivel de órganos y, potencialmente, a nivel de múltiples órganos, que es detectable y podría ayudar a explicar, al menos, algunos de los síntomas y trayectoria de la enfermedad».
«La buena noticia es que el deterioro es leve, pero incluso viéndolo desde una perspectiva conservadora, hay algún deterioro y en el 25% de las personas afecta a dos o más órganos», añadía Banerjee.
Para la investigadora, es muy importante determinar si las secuelas son permanentes o mejoran, o si en un subgrupo de personas pueden empeorar. Además, puede suponer un avance para el desarrollo de tratamientos de los síntomas que experimentan aquellas personas con formas persistentes de la enfermedad, entre los que se encuentran fatiga, confusión mental, falta de aire o dolor.
Quedan cabos pendientes, como por ejemplo comprobar las correlaciones entre los síntomas y el órgano deteriorado, que no se han podido comprobar en todos los casos. Además, Banerjee ha anunciado que se van a incluir en el estudio personas que no que han padecido otras infecciones virales, como la gripe, para poder comparar los casos.
No podemos perder de vista que los estudios han incluido a una cantidad muy limitada de pacientes, y que aún están pendientes de revisión, por lo que puede ser prematuro generalizar sus conclusiones. Sin embargo, no está de más tomar precauciones a la vista de estos resultados; y recordar que todavía no sabemos qué es lo que hace que unas personas pasen la infección sin síntomas y otros padezcan una enfermedad grave, que deja secuelas que podrían ser permanentes. Mientras no lo tengamos claro, mejor tomar precauciones.
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