Están Pablo Casado y su equipo dirigente en condiciones de cambiar a su antojo las jefaturas regionales que no le complacen, como la de Cantabria, después de que su liderazgo haya sido demolido en Cataluña? ¿Si en el nicho catalán donde se fundó, Ciudadanos ha ... transitado desde el triunfo a la miseria, podrá sobrevivir en el resto de España? ¿Vox puede aspirar al 'sorpasso' en la derecha en los demás territorios? Las elecciones catalanas no son extrapolables al resto de España, pero marcan tendencias y sobre todo plantean incógnitas, también en Cantabria.
Todos los partidos cántabros analizan el 14-F. también el PRC, aunque le queden bastante lejos, pero ahora que juega un modesto papel en el Congreso y en el Senado, aguarda atentamente las consecuencias de las urnas catalanas en la política nacional y al tiempo no puede disimular la satisfacción por ver a un centro-derecha débil y dividido que le refuerza como el primer partido de Cantabria. También el PSOE lo festeja. De momento, un éxito de Pedro Sánchez y su gurú Iván Redondo, a la espera de lo que resulte en la gobernabilidad y en la convivencia política en Cataluña y en España. El bienintencionado Salvador Illa apela al 'reencuentro entre catalanes' y el independentismo replica: 'Lo volveremos a hacer'.
Pero es en el espectro del centro-derecha donde las elecciones catalanas envían señales más nítidas a los demás territorios con el hundimiento de PP y Ciudadanos frente al gran avance de Vox. Los populares asisten aterrados a la deriva errática de Pablo Casado que ha desembocado en el descalabro en Cataluña, en un silencio expectante que ha roto a cara descubierta la exportavoz Cayetana Álvarez de Toledo con una descalificación brutal del presidente del partido, tan aplaudido en los medios cuando hace poco rompió relaciones con Vox y tan denostado ahora por lo mismo. Muchos en el PP miran al gallego Núñez Feijóo o a la madrileña Díaz Ayuso, tan distintos entre sí, por si se animan a reclamar el liderazgo nacional del partido, pero a día de hoy Casado está decidido a seguir al mando como lo demuestra esa operación cosmética y sin gran recorrido político del abandono de la sede de Génova. En lo que concierne al PP de Cantabria, la duda es si Casado y su círculo mantendrán la ofensiva para cambiar a los dirigentes territoriales que no están en el poder, como es el caso de María José Sáenz de Buruaga. Una disyuntiva: aplazar las batallas internas mientras el jefe intenta recuperar el crédito perdido o bien optar por la 'bunkerización' y colocar a gente de la cuerda oficialista allí donde sea posible.
En Cataluña, el PP se ha encontrado con la desagradable sorpresa de que no ha podido darle ni un pequeño bocadito al enorme pastel electoral que dejaba libre la desintegración de Ciudadanos. En toda España, también en Cantabria, los populares han acariciado la absorción del partido naranja a medio plazo, pero ahora el rendimiento de la operación ya no está claro. Rescatar del naufragio a los dirigentes que puedan ser valiosos no sería muy difícil, el problema es hacerse con los votos que un día tuvieron Albert Rivera e Inés Arrimadas y que el 14-F han emigrado al PSC y a Vox.
Ciudadanos Cantabria, que lidera Félix Álvarez, se dispone a una difícil resistencia en la que pocos creen dentro y fuera del partido. El portavoz del PRC, Pedro Hernando, ya les ha augurado cruelmente en un debate parlamentario que van a desaparecer de la Cámara. Tampoco es probable que Ciudadanos pueda mantener la llave de la gobernabilidad de Santander o el bastón de mando en El Astillero después de la próxima cita con las urnas en la primavera de 2023. Un grupo de representantes de Vox Cantabria festejó en Cataluña el éxito electoral de su partido que, desde el optimismo, creen un anticipo de lo que sucederá en el conjunto de España más pronto que tarde: el 'sorpasso' generalizado al PP para convertirse en la referencia de la derecha en España. El argumentario básico es que, frente a los desconcertantes vaivenes del PP, Vox es un partido previsible para el votante cuando se posiciona sobre el modelo de Estado, la educación, la inmigración ilegal o los impuestos, mientras la escarapela de 'extrema derecha' que le asignan sus adversarios cuenta cada vez menos en las urnas.
En las últimas elecciones generales, el 10-N de 2019, Vox logró un diputado en el Congreso con el 15% de los votos, mientras el PP obtuvo dos escaños con el 25%. En el partido de Santiago Abascal no creen imposible que en las próximos comicios legislativos le pueden dar la vuelta a esos registros. En las autonómicas y municipales ya es otra cosa. El 5% se Vox apenas le alcanzó para tener representación parlamentaria con dos diputados. En el ámbito local y regional Vox tiene por delante el gran desafío de organizar una estructura que le permita competir con un PP muy implantado, aunque a decir de Vox, en la grey popular se detecta claramente el hartazgo y el desencanto por el rumbo incierto del partido. Un gran caudal de votos en el alero.
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