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El poeta Sergio Balbontín (Reinosa, 1974) forma parte de una informal generación de creadores de Campoo, año arriba o abajo, que incluye artistas, escritores, cineastas y músicos. Cito a algunos: Julio Ceballos, Daniel Guerra, Raúl Lucio, Nacho y Richard Zubelzu, Chelo Matesanz, Pedro Carrera, Rubén ... Polanco, José Aja, José Luis Vicario, Rulo… Su territorio geográfico y cultural se sitúa, como suele decirse últimamente, en la periferia de la periferia. Quizás la distancia de la capital y de los centros culturales y el frío favoreció su relación para resistir. Aún ahora, dispersos en diferentes lugares, en un exilio profesional y cultural obligado, mantienen estrechos vínculos personales y han realizado proyectos en colaboración.
Una generación, por otro lado, algunos de cuyos miembros nacen en los años de la Transición Española, dato muy importante porque sus referencias culturales e ideológicas serán muy distintas a los de las generaciones precedentes. Ellos darán a conocer sus libros, en el caso de los poetas, en los años noventa, coincidiendo con el auge que tuvo la poesía de Cantabria esos años con numerosas colecciones, editoriales y premios.
Balbontín publica ahora un nuevo título, 'Y sin embargo, la luz'. Con él, da un paso más hacia la esencialidad poética, la depuración del lenguaje poético, el despojamiento de todo lo accesorio para llegar a la médula poética. La luz se convierte en el símbolo de su búsqueda con la palabra. La dualidad de contrarios luz/oscuridad va sobrevolando las páginas de este libro denso en su levedad. Esa oposición, sombra/luz va a aparecer reiteradamente, de diferentes maneras, a cual más poética. Como asimismo aparecen otros contrarios: sed/agua, olvido/memoria…
En esa búsqueda de la luz no es raro que surjan constantemente referencias al camino o al sendero que se debe recorrer: «Todo lo que buscamos / Es viajar atravesando un paisaje»; «El camino se adentra / lentamente en nosotros / En busca de un refugio/ Muy lejos de sí mismo / Entonces se da cuenta / También en él hay oscuridad». Y la naturaleza tiene un protagonismo especial: el bosque, los árboles pero también el mar, la nieve. Esas referencias le invitan a construir imágenes de una gran belleza a partir de metáforas de una gran plasticidad: 'La nieve azul', 'Y el pensamiento azul de las montañas', un oxímoron como 'Nieve caliente en la cara'.
Hay en este poemario reflexiones sobre la identidad como en el poema 'La puerta': «Fuera de ti / Nunca eres tú / Y por desconocerlo / eres capaz de saltar al vacío». Junto a lo inasible y metafórico de la búsqueda de la luz, convive la fisicidad del cuerpo que nos lleva al recuerdo o al amor cumplido: «Todo está inscrito en tu cuerpo», se dice.
Combina poemas en verso y en prosa. Como lector considero que pueden funcionar de las dos maneras. En algunos poemas, uno o dos versos se acercan al modo de los aforismos. En otros, puede verse un tono sentencioso.
Están escritos sin puntuación, de tal manera que el lector puede hacer las pausas en su lectura como desee. Una invitación a la libre interpretación del poema. Sin embargo, alerta el poeta: «Nunca podrás / Llegar a conocer / A este poema / Los has cambiado al leerlo / Nunca sabrás cómo era / antes de ti». En resumen, un excelente libro, reflexivo, meditativo, intenso, lejos de la anécdota como recurso literario, que afirma la trayectoria poética de Sergio Balbontín en continua progresión.
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