Siempre Madariaga

Interesado por el tema de la conciencia, compartió conmigo algunas de sus inquietudes, en parte recogidas en las últimas páginas de la antología citada. Cuando la Neurociencia y la Genética parecían tener la última palabra, la pelota sigue en el tejado: el cerebro, ese órgano grasiento, viscoso y sanguinolento, protegido por nuestro cráneo, no crea nada... ¿Serán las neuronas esa caja de resonancia a la que llega nuestra vida del espíritu? ¿Acaso como llegan al televisor -solo cables y circuitos- las ondas hertzianas? Sí, existe la conciencia: sabemos «más lo que no es, que lo qué es ».

Entre los muchos que recordamos a Benito Madariaga me siento muy honrado de haber sido su amigo; al fin y al cabo, libros, monografías, y ensayos..., aun siendo muy valioso su contenido, no dejan de tener un soporte perecedero. Pero ni las inundaciones, ni el fuego, ni el viento, que todo lo llevan, serán capaces de eclipsar la amistad y nuestros recuerdos. ¿Borrará el tiempo las páginas de este ilustrado Cronista Oficial de Santander? Algún día, quizás una calle o un monumento lleven su nombre. Otro cronista habrá para contarlo.