Aquí y allí siempre han supuesto una diferencia a la hora de valorar la gravedad
CUADERNO DE EXCEPCIÓN-DIA 26 ·
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CUADERNO DE EXCEPCIÓN-DIA 26 ·
Miro a China como el que mira a una bola de cristal, como si su presente fuera nuestro futuro. Leo que Wuhan ha levantado por fin las restricciones que limitaban los movimientos de la población. Wuhan fue la primera ciudad del mundo afectada por ... la epidemia de coronavirus. Digo ciudad y siento que no es la palabra adecuada porque en Wuhan viven más de once millones de personas. Más que en Suiza. Más que en Bélgica. Más que en Dinamarca. Más que en Suecia. Más que en El Salvador. Los mismos habitantes que en Holanda o Bolivia. Wuhan, un país dentro de un país. O un país dentro de un continente llamado China. Fueron los primeros en tomar medidas que implicaron el confinamiento de la población. Wuhan es la zona cero de la pandemia. Ya no hay contagios, ya no hay muertes (por el coronavirus, claro, las otras nunca descansan). Las gentes de Wuhan comienzan a salir a las calles, a utilizar el transporte público, a viajar, a ir al trabajo, a recibir masajes o a conocer a desconocidos en los bares. El confinamiento allí se decretó el 23 de enero. El 23 de enero el coronavirus era por aquí una noticia exótica, al menos para mí. Algo que estaba lejos. Algo que, por lejano, me importaba poco, casi nada.
Aquí y allí siempre han supuesto una diferencia a la hora de valorar la gravedad de las cosas que suceden en este mundo que llamamos Tierra. Lo de aquí importa más. Lo de allí, menos. Lo de allá, menos todavía. No sé si es algo irremediable. Pero sé que sucede. A mí me pasa aunque me gustaría que no me sucediera. El 23 de enero de Wuhan llegó a nosotros el 15 de marzo, casi dos meses después, cuando se decretó en España el confinamiento. Supongo que es inevitable que mire lo que ahora sucede allí para ver qué nos ocurrirá. El allí, que antes me resultaba indiferente, ahora me importa porque me parece un anticipo de lo que nos viene. 76 días han tardado en comenzar a recuperar eso que se llama normalidad en esa ciudad en la que comenzó todo.
Vuelvo a coger el calendario. Cómo no hacerlo. Llevamos 26 días, nos faltan 50. Si Wuhan es nuestro futuro, las medidas aquí comenzarían a relajarse el 29 de mayo. Casi dos meses por delante. Llevaríamos andado un tercio del camino. Como buen pesimista, creo que el 26 de abril no terminará el confinamiento. No deseo lo peor, pero prefiero ponerme en ese escenario y pedalear desde ahí. Subí el Tourmalet un par de veces en bicicleta. La técnica era la misma. Saber los kilómetros que hay por delante, conocer su desnivel, calcular las fuerzas propias. Y encontrar el ritmo.
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