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Viendo los tiempos de realizaciones de las principales promesas que se nos ofrecen como remedios para la recesión económica, la única conclusión de política práctica es, para el ciudadano, solicitar la Siesta del Astronauta. Pues, igual que en los largos viajes interplanetarios procede dejar k. ... o. al cosmonauta para despertarle solo cuando la nave haya alcanzado su remoto objetivo en el espacio, al contribuyente de Cantabria le convendría caer un profundo sueño transportador plurianual, para que le reanimaran justo a tiempo de ver todo inaugurado. Porque, si se queda en vela aguardando, las punzadas en el estómago pueden ratificar la filosofía manifestada por Manuel García, El Espartero, a uno de sus banderilleros en memorable ocasión: «Más cornás da el hambre». No creo ser el único que percibe desde hace meses la acentuación de la diferencia de ritmo entre Administraciones y administrados. Ahora resulta que el Ayuntamiento de Torrelavega ha estado dos años sin tramitar el Plan General de Urbanismo y hay que dar nuevas prórrogas al equipo redactor. Es algo que ya acumula un retraso como de veinte años. Como para sentar a algunos en el gran banco, que debe simbolizar la paciencia de los vecinos de dicha ciudad, grande no, inmensa. Pero es que esto pasa en todo. ¿No se debería haber presentado ya una propuesta de modificación de las ayudas sociales para tener en cuenta la existencia de un ingreso mínimo nacional? ¿Por qué motivo, dos años y pico después de la marcha del ministro santanderino de Fomento, aún se está con papeleos y no con obras en los tramos del ferrocarril con la Meseta?
Está sucediendo en buena medida, y con la excepción de algunas iniciativas de liquidez o avales a empresas, lo que se temía: que la Cantabria oficial da por amortizado 2020 mientras la Cantabria extraoficial las pasa canutas. Ciertamente, alguien tiene que trabajar a medio y largo plazo, pero no todos. Y hay quienes se juegan el físico en centros sanitarios, educativos, sociales. Pero no son ellos los responsables de informes y tramitaciones de cuya agilidad dependen mercados, empresas, empleos, vidas. Tan importante como, o más que, los dineros y los proyectos de recuperación será la capacidad para realizarlos rápidamente e inducir optimismo en la economía. Mi gato Boris, que ha estado leyendo esto por encima de mi hombro mientras lo escribía, ha entrecerrado los ojos y ha sido claro:
–Chani, a mí me despertáis cuando lleguemos.
No sé de dónde habrá sacado un traje de la NASA para gatos, pero ahí lo tengo, soñando con boletines oficiales que huelen a pescado fresco.
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Ana del Castillo
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