Siete trucos para sobrevivir a un año preelectoral

A ver si se pensaban que la ilusión, alegría y felicidad que transmiten los rostros de nuestras políticas y políticos eran gratis o se debían solo a que los días son cada vez más largos, soleados y pospandémicos. Empeñados en monetizar sus sonrisas Profidén en votos, hace tiempo que ellos y ellas están en campaña, si es que no lo están siempre.

Pero prepárense, que vienen curvas. Porque cualquier profesional de la política que se precie sabe positivamente que en el último año de legislatura se parte el bacalao. Incluso algunos afirman sin sombra de duda ni de rubor que da igual lo que hayas hecho en los otros tres: lo importante, lo que todo el mundo recuerda papeleta en mano, es el año preelectoral.

Es tiempo de lanzar los fuegos artificiales y no duden de que lo harán, presupuesto municipal mediante. En nuestras manos está controlar que su luz no nos ciegue y ser capaces de distinguir el grano de la paja.

Aquí unos trucos para sobrevivir a tanto maquillaje en el cielo, a tantas promesas eternizadas en el programa electoral de fuerzas de todos los colores...

1.-Lean las noticias con la lupa de aumento. Si de normal hay que desconfiar, ahora más. Si el tema les preocupa de verdad, contrasten fuentes y datos con expertos, asociaciones, oposición o con la vecina del quinto, esa que se pasa el día pegada a la radio y comentando de ventana en ventana.

2.-No se queden solo con los medios que única y exclusivamente viven de la publicidad institucional e intenten informarse en canales independientes. Los portales de transparencia y desayunar en el bar -si se trata de un núcleo de población más bien pequeño- también ayudan.

3.-Sigan la agenda política y su actualidad. Las sesiones de control, los plenos... nos acercan la visión de los diferentes partidos y no solo del que gobierna. Si un medio de comunicación no refleja todas las posturas, vuelvan a los consejos 1 y 2.

4.-Decir o anunciar algo no es hacerlo. La diferencia parece obvia pero no lo es y hay que pasar del titular para detectarlo. Una idea o propuesta política no es un plan ni un proyecto. Un proyecto no es una obra ni mucho menos una realidad. Los términos son importantes y aprender a distinguirlos, más.

5.-Una foto o una cinta roja no significan nada de por si. Estamos hartos de ver inauguraciones de cosas que no funcionan, no se han gestionado correctamente o cuyo único mérito es gastar el dinero sin concierto ni criterio. Un dinero que probablemente será escaso y habría podido tener otro fin mejor.

6.-También es vital tener en cuenta los plazos. Por mucho que anuncien una obra, actuación o inversión -a veces reiterada y cansinamente-, no se ejecutan tan rápido como parece y por tanto suelen ser castillos en el aire, máxime cuando estamos a menos de doce meses de las elecciones.

7.-Las promesas que no se puedan materializar dentro de este año son como lágrimas en la lluvia. Porque si cambia el gobierno, que es muy plausible, o cambia la persona al frente de la concejalía/consejería, puede cambiar completamente el plan y el destino de cualquier partida presupuestaria.

Para todo lo demás, tendremos los programas electorales, que merecen capítulo aparte. Más que la lupa habrá que sacar el microscopio y analizar en detalle cada minúscula partícula de irrealidad que contengan, cada incoherencia.

No hay que ser experto en nada para aprender a consumir la información política, pero sí hay que esforzarse en procesarla. Vivimos en un sistema democrático que es sin duda imperfecto, y sin embargo es lo mejor que hemos encontrado para gestionar lo de todos. Nunca lo olvidemos: lo público también es nuestro. Ánimo, que solo queda un año.