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El triunfo de Isabel Díaz Ayuso y del Partido Popular en las elecciones de Madrid tiene un profundo significado. Ha ganado la libertad y ha ... vencido una gran mayoría social que ha apostado por la concordia, la unidad, la convivencia y un modelo económico de éxito que ha convertido a esta comunidad en motor de crecimiento, empleo y bienestar. Eso es lo que quieren los ciudadanos, políticas de libertad que les permitan vivir y trabajar, sin ahogar los negocios ni laminar empleos, y con eso ha sabido conectar Isabel Díaz Ayuso desde la que, para mí, es la mayor cualidad de un político: la humildad.
Frente a los mensajes dogmáticos y maniqueos y las políticas intervencionistas y de subidas de impuestos, Ayuso ha alineado una gestión eficaz con un discurso ideológico potente; ha conectado con el sentir de los ciudadanos y ha despertado un sentimiento de orgullo madrileño, la esperanza de un pueblo y un país que está harto y ha expresado con rotundidad que hay que tratarle como un adulto y que no quiere políticas radicales ni la permanente desestabilización de España por aventureros como Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y sus socios de Gobierno.
Esa es la primera y la mejor lectura de estas elecciones. La derrota sin paliativos de Sánchez e Iglesias. La dimensión de su fracaso es imposible de exagerar. Sánchez, que voluntariamente bajó a la arena de la campaña y convirtió las elecciones en un plebiscito, ha sido derrotado también por la izquierda alternativa al PSOE e Iglesias y su discurso guerracivilista y su demagogia de alto voltaje, salen de las instituciones.
Madrid ha dicho no al planteamiento de esta legislatura nacional: medidas radicales, económicamente malas, ideológicamente diseñadas para enfrentar a unos españoles con otros, con las mayorías en manos de quienes abiertamente preconizan la desaparición de España y para quienes la idea de un estado derecho es un conjunto vacío con el que no se sienten comprometidos.
A este lamentable estado de cosas es posible ponerle remedio porque si algo han demostrado estas elecciones es que se puede derrotar al sanchismo con la configuración de otras mayorías claras.
La cuenta ya ha empezado. Madrid ha sido el primer paso, la punta de lanza de ese camino de reunificación del voto del centro derecha en torno a un único partido y un único proyecto, el del Partido Popular, que ha demostrado en numerosas ocasiones su capacidad para sacar adelante a España de las situaciones de crisis.
Se ha demostrado que ese y no otro es el antídoto más eficaz frente a Sánchez, los socios de Sánchez y las políticas de la izquierda, el camino que hay que seguir en el resto de España para derrotar a Sánchez. Se le puede derrotar si nos unimos.
Frente a una izquierda que basa su discurso en fábulas ideológicas ajenas a la realidad cotidiana de las familias y de las empresas de España, hay un modelo alternativo, mucho más eficaz, más respetuoso con las personas, y con el que se pueden identificar no solo votantes tradicionales del Partido Popular, sino personas de muy diversas preferencias, incluido el centroizquierda. Así se construye una opción política realmente transversal y para todos, trabajando por la convivencia y la mirada al futuro, no por la discordia y la mirada al pasado y así lo ha demostrado Isabel Díaz Ayuso.
Que la izquierda no haya tenido más discurso que clamar contra el fantasma del fascismo o que la noticia de la mañana electoral sea que el director del CIS, organismo público que pagamos todos los españoles, llama tabernarios a los votantes del PP, es de lo más patético que se ha visto en mucho tiempo. Revela que no tienen proyecto de España, sino solo de poder demagógico a cualquier precio, incluso insultando y despreciando a los ciudadanos.
Las elecciones en Madrid marcan un punto de inflexión. Sánchez no solo es derrotable, sino que ha sido derrotado en toda la línea. Gabilondo nunca fue el candidato, solo el parapeto. No ha sido ni el escudero, solo el escudo humano. La demencial campaña socialista, desde las mociones de censura urdidas en varias autonomías hasta las elecciones en Madrid, se ha dirigido desde Moncloa.
Los españoles están diciendo que no quieren a este Gobierno y que el futuro en que creen es muy otro. Y estoy convencida de que ese sentimiento lo comparte una creciente mayoría de cántabros. Los socios de Pedro Sánchez en Cantabria ya pueden ir tomando buena nota.
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