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Siempre me han atraído las personas que guardan silencio, aquellas personas que callan y sonríen. Relacionarse con el silencio no es fácil. No lo era de pequeño, cuando el castigo era el aislamiento, o el rincón de pensar, o marcharte a tu cuarto para reflexionar. ... No lo es para los adolescentes que se sienten solos o arrinconados. A mí no me enseñaron a relacionarme con el silencio. Creo que a nadie. Nos va encontrando. Es posible que las elecciones vitales también nos alejen o nos echen a los brazos de tan singular ayo. Porque por mucho que nos quieran entretener a todas horas, al final del día nos tenemos que acostar con nosotros mismos, y ahí, en ese silencio nocturno, también interior, no vale mentirnos, ni ocultarnos, y si lo hacemos, ya nos desengañaremos y en lo profundo nos encontraremos, cara a cara, desnudos, sin tapujos.

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