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'El Doble Sinapismo', fundado en febrero de 1902, fue un periódico independiente que salió a la calle con el firme propósito de dedicarse «a decir verdades» para conocimiento de la sociedad santanderina, según la declaración de intenciones expresada en el primer número. El sinapismo ... es una cataplasma que se hace a base de polvo de mostaza con fines calmantes o curativos, aunque la otra acepción de la palabra se refiere a la persona exasperante o muy pesada. Lástima que el éxito de 'El Doble Sinapismo' fuera fácilmente mensurable, porque la aventura iniciada en la imprenta de Quesada terminó en ese primer número. Sin embargo, no es un récord absoluto. Otras ocho publicaciones vieron la luz ese año, la mayoría de vida efímera, patrocinadas por empresas, sindicatos o entidades de todo tipo, entre ellas 'Las Cooperativas', de «palique general gratuito», 'El Progreso Comercial' o 'El Taurino'.
La estampa de 1902 -se podría elegir cualquier año entre mediados del siglo XIX y las primeras décadas del XX para resaltar la sobreabundancia de diarios y semanarios- contempla un hecho capital en la historia del periodismo cántabro: el nacimiento de El Diario Montañés. Tiene mérito. En agosto celebrará su 120 aniversario, un número redondo y largo. Ningún otro medio pervive, desaparecidos los coetáneos 'La Hormiga', 'La Antorcha', cuyo primer número fue secuestrado porque incitaba a la plebe a quemar la estación de Bilbao; 'El Centro Montañés', 'Adelante' y 'La Opinión', que tuvo por lema acabar con el caciquismo. Por entonces, 'La Atalaya' y 'El Cantábrico' eran cabeceras principales. Cuenta Simón Cabarga, en su impagable 'Historia de la prensa santanderina', que todo gremio o facción política quería tener su propio órgano de expresión con el fin de defender sus intereses y atacar al rival.
En un debate celebrado en el Parlamento de Cantabria, el portavoz de uno de los grupos vino a decir que con la aparición de Internet, y el fácil acceso a la comunicación que ofrecen las redes sociales, cualquiera puede ser periodista. Una sandez similar a la comparación entre un cómico profesional y quien hace el payaso en la tasca un sábado por la tarde. Hoy, como ayer y como en 1902, los medios serios, rigurosos y creíbles, en papel o en formato digital, son aquellos que manejan los periodistas. El mal uso de Internet tiene parangón con la desmesura de las publicaciones 'sinapistas' de antaño. La grandeza de las redes, la universalización del mensaje, es al tiempo su miseria, porque permite que escriba hasta el más lerdo, y aunque el acceso a la libre información es un derecho básico, se convierte en un arma temible -y a veces letal- si, como acostumbra, se utiliza para el engaño, la mentira, el fraude y el insulto.
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