La singularidad de Revilla
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El presidente del PRC traza, con su enésima presentación en la lista autonómica de su partido, ahora con 80 años, una figura absolutamente particular en el panorama cántabro y españolSecciones
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El presidente del PRC traza, con su enésima presentación en la lista autonómica de su partido, ahora con 80 años, una figura absolutamente particular en el panorama cántabro y españolLa decisión de Miguel Ángel Revilla, respaldada unánimemente desde el Partido Regionalista, de encabezar por undécima vez la candidatura autonómica es un hecho realmente extraordinario ... en la vida política nacional y, por descontado, en la de Cantabria. Y no sólo por este récord de concurrencia a las urnas, sino también por producirse cuando tendrá 80 años largos. Aunque trató de mantener el suspense hasta última hora con los informes médicos, precisamente todos los que le han seguido la pista durante medio siglo sabían que, de no mediar alguna causa grave, la pasión política de Revilla no le permitiría dar un paso al lado. Además de esta motivación personal para alguien que apenas ha tenido vida fuera de la política, está confesado el interés del partido y de sus metas políticas: cualquier otro candidato regionalista obtendría muchos menos votos que Revilla. Esto significa que la combinación de presidencias aupadas por el PSC-PSOE y de presencia nacional (en sus orígenes también propiciada por el entorno de Ferraz, pero que luego ha cobrado una dinámica propia e independiente, al hilo de las audiencias televisivas y las listas de libros más vendidos) ha colocado a Revilla en una posición única como candidato dentro de Cantabria y como político reconocido en toda España. Sin duda es uno de los cántabros contemporáneos más célebres, a la altura de figuras del deporte o el arte como Ruth Beitia o Antonio Resines.
Gran parte de ese posicionamiento se lo ha ganado desde una dedicación absoluta y una gran capacidad de elocuencia y maniobra. Habiendo carecido de grandes plataformas organizativas, los resultados suponen un mérito personal que debe valorarse, ya que es una presencia ganada a pulso. Además, la candidatura de Revilla envía otro mensaje adicional a una sociedad que va peinando ya muchas canas, por el envejecimiento de la pirámide demográfica. No todas las personas de 80 años hacia arriba están en condiciones de salud como para asumir responsabilidades tan importantes como el gobierno de una comunidad autónoma, y menos en tiempos de crisis severa. Pero si la salud es aceptable y la persona se encuentra en sus facultades intelectuales, se observa que las personas mayores aún tienen mucho que aportar a la sociedad.
La presentación de Revilla tiene otros aspectos menos halagüeños para el candidato y, sobre todo, para Cantabria. Si su candidatura marca un diferencial grande, entonces es claro que regionalismo no se halla lo bastante arraigado, ya que en buena medida su atractivo electoral se basa en la simpatía por Revilla, que se convierte así en arma de doble filo. En segundo término, muchos proyectos que se mencionan en el apartado programático, lejos de ser nuevos, provienen de la primera década de este siglo, como autovías, ferrocarriles, suelo industrial. La profundidad de hemeroteca de nombres como Pasiega, MUPAC, Protonterapia, Aguilar-Burgos, AVE con Palencia... es kilométrica y se remonta en ocasiones a más de diez años. No hay que olvidar que Revilla está a punto de celebrar dieciséis años de coalición con el PSOE. La ausencia de mención a cuestiones de gran trascendencia como los tres años de liquidación de Sniace, el lobo, el bajo porcentaje de I+D e innovación en la economía cántabra, la lentitud de la Administración o la habitual creación de empleo muy por debajo de la media española (como también el PIB por habitante sigue persistente bajo la media), refleja un discurso gubernamental demasiado complaciente, que choca con evidentes preocupaciones.
Una figura, en fin, con un perfil irrepetible, que está dejando su fuerte impronta en el devenir de la comunidad. Al mismo tiempo, unos resultados que no son concluyentes, con demasiados asuntos en estado incoativo. Serán los electores de Cantabria quienes determinen el porvenir de la región. Una cosa es clara: en la oferta tendrán a una persona cuya trayectoria y perfil resultan absolutamente singulares.
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