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Uno de los factores que pueden resultar clave a la hora de controlar y detener la propagación del covid-19 son las pruebas rápidas. La prueba más fiable con la que contamos es la PCR, pero requiere mucho tiempo, equipos de laboratorio costosos ... y personal cualificado para llevarla a cabo, empezando por la propia toma de las muestras. Esto la convierte en un auténtico cuello de botella a la hora de obtener y trabajar con esos resultados, y eso ha llevado a muchos investigadores a buscar alternativas.
De entre todas las iniciativas que se están llevando a cabo, vamos a destacar un par de ellas, que utilizan como herramienta el dispositivo portátil más extendido del mundo: el teléfono móvil. Así, unos investigadores de la universidad de Berkeley han desarrollado una prueba rápida para identificar SARS-CoV-2 que usa una enzima para cortar la cadena de ARN viral, revelándolo con una señal fluorescente excitada por un láser que se puede detectar con la cámara de un teléfono inteligente, y que puede proporcionar una medición cuantitativa del nivel de partículas virales en la muestra en tan solo treinta minutos. Se trata de una prueba diseñada originalmente para detectar el VIH en muestras de sangre, que los investigadores de Berkeley han adaptado para permitir que el dispositivo detecte el coronavirus en muestras de hisopos nasales.
La prueba se basa en CRISPR, desarrollado originalmente como una tecnología de edición de genes. La tecnología podría proporcionar una alternativa viable a la PCR para las pruebas de covid-19 de rutina. Los diagnósticos basados en CRISPR facilitan la obtención de resultados rápidos y precisos en el punto donde se necesitan, eliminando la necesidad de gran parte de los equipos de laboratorio sofisticados, si bien sigue siendo necesario algún equipo profesional y personal especializado.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Arizona ha conseguido desarrollar una prueba muy similar, pero más de andar por casa. En su caso, se necesita el smartphone, un microscopio especialmente diseñado para utilizar con estos dispositivos y una muestra de saliva. En este caso, la prueba adapta un método barato que se desarrolló originalmente para identificar un norovirus en muestras de agua. Para realizarla requiere un tipo de papel recubierto de cera que guía la muestra líquida a través de unos canales específicos, llamado papel microfluídico. La nueva versión de la tecnología, que sus creadores han descrito detalladamente en la revista académica Nature Protocols, incluye una carcasa impresa en 3D para el microscopio y para el papel microfluídico. El equipamiento ocupa muy poco espacio y el coste de los componentes es de unos 45 dólares.
Para llevar a cabo la prueba solo es necesario introducir anticuerpos marcados con bolitas fluorescentes en una muestra de saliva potencialmente contaminada. Si hay suficientes partículas del patógeno en la muestra, varios anticuerpos se adhieren a cada partícula. Bajo el microscopio, las partículas patógenas aparecen como pequeños grupos de bolitas fluorescentes que el usuario puede contar. El proceso dura entre diez y quince minutos y es tan sencillo de realizar que el portavoz del grupo de investigadores afirma que alguien sin ninguna formación científica podría aprender a hacerlo viendo un breve vídeo.
Estas iniciativas pretenden combinar la velocidad de las pruebas de antígeno o anticuerpos existentes con la precisión de las pruebas de PCR, de manera que se pueda disponer de una herramienta de diagnóstico rápida, precisa y barata. Algo que, a día de hoy, sigue pareciendo imprescindible si pretendemos llegar a controlar la propagación de esta enfermedad.
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