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Santander está más sucia que nunca. La basura se desborda de los contenedores y proliferan las plagas de ratas, que son una pesadilla para los vecinos, que miran al Ayuntamiento y sólo ven los continuos desacuerdos de su desgobierno, producto de una coalición ... forzada desde Madrid en contra de la voluntad de los santanderinos expresada en las urnas, mal avenida desde el principio y que es evidente que no funciona.
Una coalición que se rompe mientras el Partido Popular, que ha perdido 21.000 votos en las últimas elecciones, es incapaz de resolver los problemas de los vecinos y sin embargo bloquea con soberbia y prepotencia, desde su absoluta minoría (con 11 de los 27 concejales), una comisión de investigación para esclarecer y depurar las responsabilidades políticas sobre las causas que han llevado a la ciudad al peor momento de su historia.
Con la crisis de las basuras ha estallado una otra mucho más profunda, de los servicios públicos que dependen del Consistorio y que se financian con los impuestos que pagamos los santanderinos, consecuencia única y exclusiva de las políticas del Partido Popular y de sus relaciones de poder en Santander.
En Parques y Jardines, tras años de denuncias de los trabajadores por un planteamiento equivocado desde el PP, finalmente se renunció a adjudicar un concurso manoseado por las mismas manos que adjudicaron el contrato de las basuras. Un desastre que investigan los tribunales de Justicia y una enorme inseguridad jurídica que se trasladará económicamente a los vecinos algún día, sí o sí, mientras el equipo de Gobierno sigue sin licitar el próximo contrato, a pesar de los anuncios.
Qué podemos decir que no sepan todos los santanderinos del servicio del agua, que era la empresa pública más rentable cuando se privatizó y la factura no ha hecho más que crecer desde entonces, mientras los vecinos sentimos que la atención cada vez está más lejos de responder a las demandas.
El transporte público, tras la crisis del MetroTUS, no ha sido capaz de hacer un planteamiento para un nuevo modelo de movilidad que exigirá la Unión Europea en 2023, y lo único que nos ofrece el Partido Popular son intenciones privatizadoras, siempre hacia el mismo modelo que tantas veces hemos visto que ha fracasado.
Santander es una de las ciudades donde más han crecido las desigualdades en los últimos cinco años, y las diferencias de renta entre el barrio más rico y el barrio más pobre se han incrementado un 47% como consecuencia de las políticas del PP. Esto influye en la salud, en la esperanza de vida, en la calidad de vida y hasta en el riesgo de morir de una enfermedad grave, mucho mayor en Cajo, el Barrio Pesquero o Cueto que en el Sardinero.
Los presupuestos o los planes de choque no se ejecutan y por eso la ayuda de este Ayuntamiento no llega a los vecinos y en especial a los más vulnerables.
Esto es lo importante, pero el PP está siempre a la confrontación permanente. Su interés partidista siempre por delante del interés general de los santanderinos, dificulta la cooperación y los acuerdos con el resto de administraciones para avanzar en grandes proyectos para la ciudad, como la ampliación del Parque de la Remonta o la integración ferroviaria, con 187 millones de euros a la espera de que se resuelvan los desacuerdos del desgobierno.
Limpieza, recogida de basuras, parques, agua, transporte público, tributos, servicios sociales y grandes proyectos transformadores, es todo lo que un ayuntamiento tiene que gestionar bien y en Santander funciona fatal.
Esta es la situación y no podemos encararla con una coalición que está rota. Pero tampoco podemos diagnosticar una crisis tan grave y al tiempo dar la legislatura por perdida; tenemos una amplia mayoría alternativa al PP en el Ayuntamiento que se puede hacer valer.
Sobran los motivos para el cambio político y esa gran mayoría de santanderinos que votaron cambio nos están mirando a los representantes. Si estamos peor que nunca no podemos quedarnos de brazos cruzados; no podemos justificar no hacer nada para remediarlo. Es nuestra responsabilidad, evitar que la segunda mitad de la legislatura transite por los mismos derroteros que la primera. Los santanderinos sólo quieren que recojamos la basura delante de sus casas, para que desaparezcan las ratas. Que empecemos a poner soluciones a sus problemas. Quedan aún dos años para enderezar el rumbo y devolver a los vecinos unos servicios de calidad a la altura de los impuestos que pagan. Y un nuevo Gobierno a la altura de la muy noble, siempre leal, decidida, siempre benéfica y excelentísima Ciudad de Santander.
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