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En el vital itinerario que cada individuo está sentenciado a recorrer hasta alcanzar su desarrollo, lo normal es que puedan surgir colisiones, desencuentros, falta de entendimiento, discusiones e incluso enfrentamientos con otros, incluso entre hermanos. Esto no es novedoso, singular, ni raro. El combate, las ... discordias, los desencuentros y enfrentamientos de todo tipo son, además, un aspecto de vital importancia, en la medida en que nos sirven para conocer mejor la fortaleza que tenemos frente a los otros, y con ello poder disponer de una idea más exacta de nuestras capacidades.
La sociedad, sabedora de esta realidad, con el objetivo de conservar el mayor grado de felicidad, que es la paz, se ha venido dotando de servidores públicos que pueden portar armas personales, porque aunque no las utilicen jamás, que es lo deseable, han de contar con algún tipo de defensa por si algún ciudadano desoye, o incluso se enfrenta al servidor. Este tendrá que defenderse y en alguna ocasión utilizar su arma, primero para intimidar, y en algunos casos como defensa; esto es algo conocido por todos, compartido por todos, y respetado por todos, con excepción de algún pusilánime, fanático y narcisista o sociópata.
Un paso más, y se observará el mismo proceso a nivel de colectivos sociales o Estados. Los tiempos cambian y con ellos nuestras actitudes y formas de pensar. Europa por no ir más lejos ha cambiado permanentemente, y sigue cambiando, y ello conlleva que Estados o naciones desaparezcan o se transformen, pudiendo incluso surgir alguno nuevo. Tenemos todos los ejemplos y ello implica que cada Estado o nación, como medida defensiva, se dote de armas de diferente categoría, dependiendo fundamentalmente de su grado de riqueza; armas que van a disuadir a cualquiera que quiera provocar, o a permitir defenderse si es atacada.
En estos momentos estamos asistiendo a la invasión de un país libre y autónomo, con muchos años de historia, por un país vecino que dispone de armas nucleares y, en consecuencia, de más poder militar; que quiere imponer de forma unilateral y caprichosa aquellos comportamientos que responden a sus propios intereses, destruyendo, arrasando, atropellando, matando y asesinando a niños, hombres y mujeres, bien mediante bombardeos indiscriminados, o como respuesta al frío y la soledad que les imponen al cortarles la luz, calefacción, agua, víveres... y todo contacto exterior. Es un episodio de humillación destructiva humana, completamente interesada, y por ello genocida.
Lo normal, coherente, y correcto, hubiese sido, antes de proceder a la invasión, hacer saber sus agravios si los hubiera, y discutirlos ambos afectados, tratando de llegar a un acuerdo. No ha sido así, la invasión se realizó por sorpresa, dando comienzo un gigantesco proceso destructivo, en ausencia de un diálogo operante. Vías de comunicación, construcciones civiles y no civiles, viviendas, espacios públicos, puentes, comunicaciones exteriores, hombres, mujeres y niños, personas indefensas, que solo consiguen mantenerse con vida si consiguen emigrar, abandonando todos sus enseres, familia e historia. El barrido de metralletas, el sonido de las diferentes bombas y proyectiles, el ruido atronador de los carros de combate, junto al grito ensordecedor por el miedo, de las pocas personas que caminan en desorden y pérdidas, es el ambiente, desgraciado, dramático y cruel que se respira.
Esta situación penosa, y desgarradora de sufrimiento y muerte, permite a la vez que exige el mayor grado de defensa posible. Nadie desea pasar al otro mundo como mártir, nadie quiere morir, ni que aniquilen a sus hijos o familias, nadie quiere abandonar sus raíces, su historia, nadie puede permitir que destruyan sin motivo todo lo que los suyos han conseguido construir a lo largo de su vida. La defensa es, además de lícita, obligada, pues solo un sociópata narcisista y depredador es capaz de realizar tanta destrucción.
Las armas cumplen una doble función, primero disuasoria. Todos sabemos lo que significa Corea del Norte y nadie es capaz de tomar decisiones para reconvertirla. Sus bombas disuaden la realización de cualquier acción pero, además, responden a una función defensiva, como está ocurriendo en Ucrania, como consecuencia de que un país fuerte, Rusia, a pesar de múltiples peticiones de prudencia por parte de muchos países, ha querido de forma caprichosa, y sin razón alguna, pisotear y destruir. En este caso, a Ucrania le asiste la razón de tomar las armas y defenderse, y al resto de países que defienden la paz, apoyarle en su defensa, el invasor rehusó todo diálogo, imponiendo además sus personales condiciones, la defensa de la identidad y de la vida de sus pobladores, es la respuesta justa, que puede alumbrar un acuerdo definitivo.
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