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En 2021 la socialdemocracia ganaba las elecciones en Alemania, Noruega y Portugal. Una mayoría de ciudadanos en esos países confiaba en los partidos socialdemócratas, constructores del Estado de Bienestar en Europa y artífices de lo que se entiende por protección social. Pero en Francia el ... Partido Socialista ha quedado diluido, el Partido Democrático que no pactó una coalición electoral con el Movimiento 5 Estrellas sufrió una derrota en las últimas elecciones italianas y en Suecia, aunque fue el partido más votado, la socialdemocracia fue desalojada del Gobierno.
El 11 de septiembre de 2022, se celebraron elecciones en Suecia y los Demócratas de Suecia, formación de extrema derecha, se convertía en la segunda fuerza parlamentaria superando al Partido Conservador. El bloque conservador obtenía 176 escaños y el de la izquierda 173 escaños. En Suecia gobernará una coalición de Conservadores, Demócratas Cristianos y Liberales y la ultraderecha Demócratas de Suecia no formará parte del Ejecutivo, pero apoyará el pacto de la coalición de gobierno. El nuevo gobierno sueco ya ha avanzado algunos cambios políticos recortando las inversiones en la lucha contra el cambio climático y en la ayuda a la cooperación internacional al desarrollo. Ese nuevo gobierno sueco ha abandonado la innovadora diplomacia feminista, idea en la que Suecia había sido pionera desde 2015, con una política exterior que había producido roces con países de Oriente Próximo, particularmente con Arabia Saudí.
El debate electoral tradicional en Suecia, caracterizado por disyuntivas o alternativas en temas como educación o sanidad, dio paso a discursos más emotivos como el miedo a la crisis energética, la inflación, la guerra en Ucrania y sus efectos, la segregación social y el aumento de la criminalidad. Para la extrema derecha los problemas de Suecia se circunscriben a una clase política plegada a los intereses de la globalización y a las políticas de inmigración y acogida de refugiados. En ese discurso de la extrema derecha han entrado los conservadores y democristianos en una pugna por quien proponía medidas más restrictivas en políticas de inmigración y acogida de refugiados. Reconociendo los problemas de integración, la socialdemocracia sueca optó por proponer medidas que corrijan los problemas vigentes y que favorezcan la integración, especialmente en determinadas zonas urbanas y aceptando reducir los flujos de entrada de inmigrantes y las cuotas de refugiados y solicitantes de asilo.
El pasado 1 de noviembre el Partido Socialdemócrata ganaba las elecciones en Dinamarca con el 27,5% de los votos, con el mejor resultado desde 2001, aunque necesitaba aliados para sumar una mayoría que permita que Mette Frederikssen siga siendo primera ministra, aunque quizá podía variar el bloque gubernamental que ha funcionado en Dinamarca desde hace cuatro décadas porque un nuevo partido, Los Moderados, ha sido la tercera fuerza política disputando ese puesto a la Alianza Roji-Verde. El segundo Partido sigue siendo el Partido Liberal Danés.
Es previsible que en el Folketing (Parlamento), integrado por 179 escaños, tengan escaño hasta 12 partidos que son los que han superado el 2% de los votos emitidos. El centroizquierda ha sumado 90 diputados y el centroderecha 89 escaños si integramos en ese bloque los 16 escaños de Los Moderados del ex primer ministro Lars Rasmussen. Finalmente, la socialdemócrata Mette Frederikssen presidirá un gobierno de coalición de centroizquierda con el Partido Liberal y Los Moderados.
Los temas de la campaña en Dinamarca han sido la crisis energética, la sanidad, la inflación y los efectos de la guerra en Ucrania. La socialdemocracia danesa ha mantenido su discurso progresista en las iniciativas económicas, en la defensa del Estado de Bienestar y en una fiscalidad progresiva y un discurso conservador en lo relativo a políticas migratorias. Las políticas migratorias apenas han tenido protagonismo en la campaña electoral en un país que mantiene una legislación muy restrictiva en materia de inmigración y asilo.
No es fácil para la socialdemocracia gestionar los deseos de los ciudadanos en un mundo convulso. Si opta por el pragmatismo y los apoyos de las clases medias urbanas quizá pierda apoyos de sectores populares que desean cambios más radicales; si opta por ganar el voto joven quizá pierda el de los mayores. No es fácil encontrar el equilibrio.
Aunque han aparecido nuevos partidos que pugnan por el voto progresista, la socialdemocracia sigue teniendo capacidad de adaptación a los nuevos tiempos y las diferentes circunstancias y para ello necesita liderazgos fuertes y claridad de ideas y de esa forma enfrentarse a las pulsiones más conservadoras de la sociedad y los intentos de las nuevas formaciones políticas por ocupar su tradicional espacio electoral. Para tiempos complejos, no es bueno la polarización y la inestabilidad, porque el ciudadano lo que busca y necesita es disponer de algunas mínimas certezas
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