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Hace unas semanas, paseando entre la Virgen del Mar y La Maruca, observé a dos chicos mirando al mar mientras cenaban hamburguesas de esas de franquicias fácilmente reconocibles. Me llamaron la atención, porque uno de los chicos iba vestido con el uniforme de socorrista ... de Cruz Roja. ¡Cuánto le debe gustar el mar!, pensé. Justo al volver, vimos cómo habían acabado sus cenas: encima del coche, con las bolsas y los embalajes allí tirados. Indignado algo acerté a interpelarle. Muy comedido, me temo, ante tan grotesca escena. ¿Cómo alguien que trabaja de socorrista no puede estar sensibilizado con el cuidado del mar?
El objetivo de desarrollo sostenible número 14 (ODS-14) es: conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos. En Santander, en Cantabria, vivimos muchísimas personas que amamos el mar. Personas que pasean por sus costas y disfrutan de sus playas, surfistas, riders, regatistas, pescadores, buceadores... Y un sinfín de personas que hacen parte de su vida en el mar o a quienes el mar les da la vida. Si nosotros que amamos el mar no somos los que más lo cuidamos, difícilmente podremos disfrutar del mar tal y como es en el futuro. Porque no es un vertedero pese a que recibe al año más de ocho millones de toneladas de plástico.
Nuestros medallistas en vela han sentido hasta asco en algunas aguas. Puede que navegar en un mar de plástico siga siendo un reto, pero difícilmente será bello. Si no cambiamos nuestras conductas, quizás cada vez menos personas conozcan el verdadero mar y por tanto, menos lo amarán tal y como es. Debemos reconocer que todos somos responsables de esta contaminación y que el plástico es el agente más dañino. El 50% de la basura marina proviene de los plásticos llamados de un solo uso.
Ser conscientes es el primer paso para ser responsables. Nuestra basura es nuestro problema, pero la basura de otros también lo es. Si quienes venden hamburguesas lo hiciesen con menos plásticos y si todos los socorristas velaran también por el mar, quizás sería más mar y menos vertedero.
Nuestra era es la era del plástico. Las respuestas al covid han provocado mayor producción y basura de plásticos, por tanto, no estaría de más que en los protocolos de los centros educativos se incluyesen medidas como el proyecto «Zero Waste» en la escuela, que busca eliminar el consumo de plásticos de un solo uso en los centros educativos. Se ama lo que se conoce, ¿cómo se va a amar un mar de plástico?
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