La paradoja de la inmovilidad

A primera vista, puede parecer que la inmigración puede ser vista como resultado de la desigualdad. Después de una investigación más profunda, encontramos que la causa de la migración y su raíz se remonta a la desigualdad. Desigualdades de las que los inmigrantes escapan y van a otros países con la esperanza de encontrar mejores condiciones y lograr la igualdad de oportunidades. Pero después de llegar a su destino, se dan cuenta de que aunque sus condiciones de vida después de esta migración no son comparables a las de antes en muchos casos, una parte importante de estas nuevas condiciones todavía están influenciadas por aquellas situaciones de las que han escapado. En otras palabras, la sombra de las desigualdades que querían eliminar con la migración todavía les persigue, aunque en una forma diferente.

Los inmigrantes que huyen de sus países debido a la discriminación racial, política, de género, social y económica han llegado a la conclusión de que mejorar la situación de su lugar de origen es imposible en general o requeriría mucho tiempo en condiciones ideales. Por lo tanto, para lograr una vida digna no tienen más remedio que emigrar. Pero lo que se ha dejado de lado en este tema es que muchos inmigrantes quieren quedarse en su país a pesar de las condiciones desfavorables. Esta reticencia puede tener diferentes causas, como que no es fácil separarse de las raíces o los valores familiares, culturales y sociales –incluso puede ser indeseable–, pero no tener cubiertas las necesidades elementales afecta a todas las demás cuestiones y fuerza a escapar.

Estas necesidades básicas no solo se limitan al agua y la alimentación sino que, de acuerdo con lo que Naciones Unidas considera como «estándares universales», muchas cuestiones culturales, religiosas, políticas, económicas y sociales también son consideradas como derechos inalienables de todo ser humano en cualquier lugar y tiempo (artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales).

Por lo tanto, en línea con estos estándares universales, se propuso un concepto llamado 'paradoja de la inmovilidad' que confirma que la migración no es una decisión voluntaria. Para explicar este término me remito al detallado artículo del grupo de investigación 'Cambio climático, migración y voz: una explicación para la paradoja de la inmovilidad' (Institute of Labor Economics, 2019), en el que atribuyen esta 'paradoja de la inmovilidad' a las personas que han sufrido muchos problemas por el cambio climático en su país de residencia, normalmente su ciudad natal. Además, han alzado su protesta en su sociedad y ante la comunidad internacional, pero sus esfuerzos no se ven ni se escuchan desde ningún lado.

De esta manera, pierden gradualmente la esperanza depoder prevenir cambios climáticos negativos y recurren a medidas agresivas para convencer a otros. En palabras más sencillas, las poblaciones afectadas por las condiciones climáticas en su vida cotidiana, incluso si no tienen otra opción que migrar, no pueden, o muy pocos de ellos lo consiguen. Y aquí es donde se forma esta paradoja.

En una visión más general, hay que asumir que existen lugares en la Tierra que no han sido afectados por el cambio climático o están tan perturbados por asuntos ajenos al medio ambiente –la guerra, la violencia, la inseguridad y otras carencias de derechos– que esto es una prioridad. De nuevo existe esta paradoja.

A pesar de la expectativa de abandonar el país o el área de residencia, esto no sucede. Cualquiera que sea la causa de esta paradoja, representa una barrera en el camino de los inmigrantes y afecta la vida de muchas personas.