Secciones
Servicios
Destacamos
Cantabria, hace días en un municipio en su terraza en plena segunda ola de calor del verano y al lado, en una mesa, ella, con su café pasando las horas, lejana a esas noticias que cuentan que en algunos sitios se plantean fijar un máximo ... de media hora para permanecer en el local y así hacer rotación de mesas. La misma sensación que cuando estuve en Estocolmo y allí eran seis de cada diez los que residen sin compañía. Esa soledad, como dice el escritor Haruki Murakami, sea o no deseada no siempre es un fracaso y más bien, es un himno al encuentro con uno mismo en la vida.
Informaciones recientes han puesto sobre la mesa la necesidad de un mayor análisis pues somos la cuarta comunidad autónoma española con mayor porcentaje de personas que viven solas (11,8%) siendo Asturias la que más hogares unipersonales tiene. Son así cerca de setenta mil personas según el INE, es decir, el triple que hace treinta años. Además, es creciente el número de personas mayores (especialmente de mujeres pues recordemos que existe una diferencia media de más de cinco años en esperanza de vida respecto a los hombres) que viven solas al ser ya del 42,4%.
Dicha 'pandemia de la soledad' (según el catedrático Guillem López Casasnovas el 70% de los que viven solos también se sienten solos) ha de tener toda nuestra atención en el caso de que nos refiramos a la «no deseada» como percepción de que nuestras relaciones interpersonales sean insuficientes o no de calidad o intensidad apropiadas. Y es que la soledad no deseada es una situación que no se escoge, sino que se cronifica a pesar de nuestra voluntad, pudiendo incidir en bienestar y estado de salud. «La soledad se admira y se desea cuando no se sufre» decía Carmen Martín Gaite, aunque esa cierta melancolía y vulnerabilidad (pues muchos optan por el individualismo e interés haciendo que confianza y convivencia sean un oxímoron) puede superponerse a esa soledad voluntaria y deseada. Es como Jano, dios romano «de las puertas», pues simboliza el devenir de la vida y por eso tiene dos caras, representando la incertidumbre de lo que está por venir.
Son muchas las causas de la creciente soledad no deseada: una menor natalidad o el aumento de hogares unipersonales, nuevos tipos de familias, paro, empleo temporal, teletrabajo, presencialidad con mínima interacción laboral o la tendencia a vidas frenéticas y relaciones personales fugaces, siendo a su vez el grupo de mayor prevalencia el de los mayores.
Así, esta soledad crónica no deseada puede ejercer un efecto negativo en la salud del afectado siendo reflejado en estudios como los liderados por José Luis Ayuso o los realizados desde la Universidad de Cantabria (UC) con la encuesta europea SHARE (Salud, Envejecimiento y Jubilación). Y es que existe un déficit de intervenciones con evidencia científica publicada (pues la mayoría son anglosajones o nórdicos) siendo ingentes los costes económicos de la soledad pues en Reino Unido, por ejemplo, se estima que, para aquellos de más de 75 años, se incrementan los gastos sanitarios en 6.000 libras por persona.
Todo este bagaje indica la importancia que tiene no olvidarnos de estos temas al día siguiente. La prevalencia de soledad no deseada ha de ser acicate para mejorar la calidad de vida de los mayores y conseguir un envejecimiento activo (sin olvidar las mejoras en el acceso a los centros de salud) que sirva para prevenir enfermedades y desarrollar inteligencia emocional, apreciando el presente pues como dice el cantante Sting «el futuro es simplemente un lugar donde aún no hemos estado».
Es fundamental la integración comunitaria y participación social de las personas mayores vía acción civil, recursos técnico-profesionales y administraciones públicas existiendo ya aquí iniciativas y programas a nivel regional y local (las experiencias vasca y asturiana son igualmente de interés) pero que precisan de mayor continuidad y priorización. La necesidad de un abordaje holístico para Cantabria que monitorice como plan de acción «a largo plazo» el riesgo de soledad no deseada y el impacto que tenga sobre el envejecimiento es una necesidad perentoria, pero sin sustituir el papel de las familias, redes comunitarias y economía 'plateada'. Y es que «vivir solo no es lo mismo que sentirse solo».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.